Como decía en otro post, los muñecos como Bibendum o Chirolita tienen ese horrible encanto de dejarnos dudando sobre si están vivos o no.
Visto desde otro lugar nos llevan a la pregunta ocultada por esa primera duda: nosotros mismos: ¿estamos vivos o no?
Porque muchos pueden pensar que estar vivo es tener cierta agencia, o autonomía, o sujeción al lenguaje o lo que se quiera, pero lo que si sabemos es que la vida tambien tiene una condición de muerte suspendida, de muerte provisoria, de muerte en camino. Estar vivo es un proceso perdido contra la muerte.
Entonces: ¿Chirolita, cuan vivo estaba? ¿Qué hay en la mirada de Bibendum? Yo creo que estos muñecos malditos, en su vivir, no son mas que la cabeza de playa del gran desembarco aliado que los algoritmos, las geometrías, las ecuaciones y los materiales vivos en robots o seres bioeditados están por iniciar.
Según Jürgen Schmidhuber el proceso se inició en realidad hace unos 40000 años y actualmente se ha acelerado hacia un punto Omega, el dia D de las máquinas que ocurrirá alrededor del 2040.
Ya han bombardeado los bunkers de la modernidad y, como en Normandía, los invasores las tienen todas por ganar. A los humanos, hechos de carne y neuronas y envueltos en electricidad, no nos queda mucho mas que apretar el gatillo de las ametralladoras hasta terminar las balas y correr, correr todo lo que se pueda hasta el Berlin de la humanidad, donde tarde o temprano las tropas “diseñadas” desembocarán algún día.
Intentos maquínicos previos han fracasado en vencer al hombre, pero permitieron a los muñecos malditos perfeccionarse. Yann LeCun (hoy trabajando para Facebook) ya revolucionó la inteligencia artificial en 1995, basándose en que imitando ciertas funciones del cerebro podían crearse máquinas inteligentes capaces de detectar patrones visuales.
Su desarrollo llevaba al mismo tiempo la cajanegrización de los muñecos que primaría desde entonces. Ahora entre las patentes, los copyright y las estrategias políticas de acaparamiento cada vez entenderemos menos qué es lo que hacen las máquinas y porqué.
Sabemos también que el deep learning puro, inhumano si se quiere, permitió a Google este año derrotar al humano número uno del mundo en Go. Sin embargo para Gary Marcus, uno de los últimos defensores de lo humano, no se deberían descartar las señales que emitimos. Su idea es que hay que usar la forma en que los niños recogen nuevos conceptos y generalizan. Marcus piensa que los informáticos están perdiendo una gran oportunidad al ignorar muchas sutilezas de la mente humana y su milenaria evolución, lo que nos reenvía a las pregunta: ¿Que hay dentro del sujeto? ¿Un objeto? ¿Un niño?
Mientras los humanos dudamos y conjeturamos Google, Facebook y otras grandes compañías están aplicando deep learning para casi cualquier tarea en la cual sea útil detectar un patrón en enormes cantidades de datos.
Quizás debamos rendirnos a una poshumanidad maquinal, lo que como en la pelicula Sexto Sentido nos permitiría reconocer que los muñecos somos nosotros mismos.
Eso nos haría efectivamente más que humanos, es decir posthumanos.