El Capitalismo no va mas. Que gobiernen los trabajadores! Lo dicen los muchachos. Los dicen golpeando los bombos.
No cualquiera de ellos lo dice, sino los que han capitalizado los gestos de sus grupos, los que se han subido a la punta del conito, los que tienen la sartén por el mango.
El capitalismo no va mas, alcanza con ver CNN, pero ¿Quien me está masajeando los gestos ahora?
En Facebook un grumo de amigos y desconocidos ha posteado 5 palabras cada uno. Rumbo al laburo me inyecto en una nube de semáforos, zapatos, asfalto. Allá levantan la mano para que el colectivo se detenga. Otro salta un charco mientras lee, supongo, su último SMS. En el café ven pasar a las musas inspiradoras. Lo acabo de escuchar de Oscar Niemeyer: son lo único que importa.
Es entonces, lo que se dice, una lucha de los gestos, entre capitalistas y trabajadores.
¿Quienes son los trabajadores del gesto? ¿Quienes sus malditos capitalistas?
Llego al lugar del trabajo, vaya, al menos hay un lugar. Cerrada la puerta del despacho empiezan los golpecitos, los timbrazos, las radios del pasillo.
El diario que dejé sobre la mesa intenta apropiarse de mi mente con otro muerto que recuesta sobre el vidrio del escritorio. En la ventana el bichofeo.
Toda la nube que flota conmigo adentro fluye ahora hacia los fondos: la cocina, el café, las cartas en otra mesa y ese árbol que no debería estar ahí y que por eso me agrada.
Mi madre ya me había advertido que no me metiera en problemas: “antes de las 2 de la mañana tenés que estar de vuelta”, me dijo, y tenía razón. Su castigo era permanecer en la ventana, hasta las 7 de la mañana, la hora en que regresaba.
Otras mañanas iba a sentarme junto a mi abuelo, que a punto de morir me pedía que le leyera las guerras napoleónicas. Un día, cuando el abuelo murió, era temprano, pero no tanto: ya me había despertado.
El Capitalismo no va mas. Que gobiernen los trabajadores! Lo dicen los muchachos, pero no cualquiera, yo solamente quisiera ser un trabajador de mis propios signos.