Hace poco conversaba con un amigo sobre lo poco que sabemos sobre aquello a lo que nos dedicamos.
En mi caso llevo casi 30 años reflexionando sobre la comunicación humana, centrándome en su relación con la cognición y sus desvíos. Soy psiquiatra y los pacientes continuamente, y cada vez mas, hablan sobre lo que ven, escuchan o leen en los medios y como eso los impacta.
Sin embargo he avanzado muy poco, tal como dice mi amigo. Puede ser, como me han dicho algunos, que no me de mucho la cabeza, pero 8 años con una tesis doctoral sobre el asunto al menos me permiten definirme como un tipo persistente.
Sin embargo estos días he encontrado una pista de algo de lo que vengo buscando hace tanto. Como suele suceder la idea surgió de una serendipia: es decir no de los artículos sociológicos o psiquiátricos sino viendo graficos de los patrones que representan el modo en que las aguas del Río de la Plata se van contaminando cada vez más y sin embargo cientos de pescadores aparecen todos los días en la costanera, sin pescar prácticamente nada y hasta bañistas todavía se remojan en verano a pesar de las prohibiciones. El Rio de la Plata, como los mares costeros del mundo, se está llenando de un cieno espantoso.
No solo es una cuestión de pescar o de bañistas. Hace 50 años, como ilustra la imagen de la izquierda, los porteños se bañaban en el Río de la Plata. Costumbres y contaminación es algo que las perspectivas críticas en comunicación humana vienen desmenuzando hace un siglo, pero cómo intervenir en ese link fue una pregunta que me ha abierto a nuevos interrogantes y muy jugosos.
Cuento la idea. Una de las cosas que producen la sobrepesca, el vertido indiscriminado de agroquímicos y desechos humanos en el mar es que se interrumpan enlaces del ecosistema. Muchos cluster de seres marinos se desenganchados del resto y desaparecen liquidando secundariamente los otros seres que se alimentan en los eslabones siguientes de las cadenas alimentarias. El mar se va desertificando de vida y e resultado es la acumulación de cieno marino: las aguas se llenan de medusas.
El mar está cada vez peor, pero no muerto aun. Algo parecido sucede con la comunicación humana. Que todavía viva permite medir las tendencias, hacer un mapeado, pensar hacia donde va. Por ejemplo con el atún se ha logrado hacer un patrón del movimiento de este extraño pez (de sangre caliente) a travez de los mares, como podemos hacer ahora midiendo como se mueven los usuarios en las plataformas de redes sociales.
Lo que han encontrado los investigadores en que reconstruir la diversidad de peces remediaria el cieno, oxigenaría las aguas y permitiría la recreación de círculos virtuosos. Quizas, en la esfera social, reconstruyendo la multiversidad podría regenerarse un mundo conversacional en extiención.
Es verdad que en Whatsapp los usuario “conversan”. Pero tambien es verdad que des-localizados, desproxemizados. Con los tiburones limón desovando fuera de los manglares pasa algo parecido.
Un grupo de trabajo en los arrecifes de coral de Cayo Largo en Florida ha encontrado que con el cultivo de corales resistentes, junto a la introducción de peces que coman las algas que quitan el sol a los corales se logran remediaciones notables. ¿Necesitamos plataformas de redes sociales mas pequeñas, mas a medida, mas optimizadas para recrear mundos conversacionales?
En el Mar de Cortes en México van mas lejos todavía: la creación de ecosistemas controlados para el cultivo de totoabas en esferas gigantes agricultura marina reduce la pesca indiscriminada, dejando espacios para que se recuperen las poblaciones silvestres. ¿Deberíamos dejar que Facebook, Twitter o Google cultiven sus usuarios pero obligándolos a que dejen parcelas del mar eléctrico en paz?
EL extremo de este modelo de remediación localizada en lo que sucede en el Pier 5 de New York. La sobrepesca, el excesivo desarrollo costero, la contaminación con materiales no degradables y las alcantarillas desbordadas habían aniquilado la vida en las orillas. Ahí se comenzó con la cría de ostras y otros animales filtrantes del cieno apestado.
Toda esta saga de intervenciones tienen en común el diseño de intervenciones que tienen en cuenta los procesos de autoorganización. Y acá es donde me dí cuenta que este el es tema sobre el que estaba trabajando sin saberlo. Viendo patrones de comunicación uno puede ver que el broadcasting del los siglos XIX y XX operó con un efecto de ruptura sobre los enlaces conversacionales que largamente se habían construido durante 50000 años.
¿Son las redes sociales como Facebook medusas que proliferan sobre la comunicación humana en desertificación? En lo que sigue de este posteo voy a dar mi opinión.