Algunas noches, especialmente sábados y feriados, mis vecinos tratan de que escuche cumbia. Últimamente les devuelvo el regalo con unos tanguitos que les envío por la ventana. Me acordaba de esto hoy, que es el #DiadelTango.
Admito que se me puede criticar por muchos motivos. Por ejemplo se dice que el tango ha quedado desarticulado de su origen social, que está seco, fuera de los circuitos que lo alimentaban y hay que reconocer que es verdad. Hasta Piazzola decía que el tango había muerto y el ubicaba esa defunción en el lejano 1955.
Dicen que el tango, sin sus viejos feedbacks con las revistas, las discográficas y el cine, sin autores, ni callejones, ni circuitos comerciales, sin las liturgias orilleras, sin todas esas cosas que lo alimentaban como un fuelle, dicen, queseyo, dicen que el tango se fue fosilizando, se cristalizó, se convirtió en una reliquia.
Es verdad, pero sigo regalándole tango a mis vecinos, porque el tango te atrapa cada tanto, o renace, como cuando con la esperanza que había abierto la democracia nuevos tangos como “Vuelvo al sur” se escuchaban en los cines. Aquel 1988 salí de cine con la música de Astor Piazzolla y la letra de Pino Solanas en la piel.
En fin. También dicen que el tango fue un destilado de la sociedad rioplantese y porteña de los finales del siglo XIX y principios del XX. Dicen que adquiría su sentido en muchas fuentes (cultura afro, el candombe, el vals como emparejador social, la esclavitud) pero que ademas funcionaba en un ecosistema de medios que ya no existe: radios broadcasting, industria discográfica, clubes de barrio, identidades localizadas. Esos materiales se han licuado ahora, y sin embargo, creo que aun desgajado del cuerpo que lo contenía y mantenía con vida el tango ha persistido, y puedo mandárselo a mis vecinos cumbieros.
Tanto es así, digo, la persistencia de algo en el tango, que en 1970 Anibal Troilo y el mismo Astor Piazzolla habían grabado en dúo de bandoneones “Volver”, de Gardel y Le Pera, pero que originalmente habían estrenado sus autores en 1935.
Es decir, en un entrecruzado extraño, el cine y Piazzola conectaban el volver al que aludían ambas las letras, pero con connotaciones bien diferentes del volver mismo: para Gardel se volvía al futuro, para Pino al pasado.
Mezcla milagrosa de sabiondos y suicidas, la Argentina se había movido desde las promesas a las nostalgias, desde lo que había que construir a lo que había quedado a mitad de camino y el tango marca esa distancia, desde el futuro al pasado.
Como el tango, “volver” que etimológicamente significa “dar vueltas”, es una palabra que hay que remar mucho para poder seguirla usando. Como conversar, que tambien quiere decir dar vueltas, el volver del tango es el recuerdo de que estamos solos, pero tratando de escuchar algo del otro. Con el tango uno comprende su propia soledad. Creo.
Volver… ¿Adonde si esas vacaciones de verano ya no van a suceder mas, si esas fábricas no van a volver a abrir, si ese clubes ahora un estacionamiento de autos?
Volver … ¿Hacia donde si el futuro es líquido, si lo humano es obsoleto, como estas ciudades y sus productos empaquetados?
Volver? Si ese que creíamos que estaba ahí es inasible.
No se, pero hoy es el dia del tango, y quiero festejarlo con mis vecinos.
Ahí va muchachos!