El príncipe Andria Dadiani de Mingrelia aparece en los libros de ajedrez con unas muy pocas partidas brillantes, geniales, tanto que parecen creadas de antemano.
Es mas, es casi seguro que fueran partidas pactadas.
El que una partida esté convenida de previamente, con sus errores, sacrificios de piezas y vorágine de alternativas al borde del debacle no la hacen un juego descartable, de hecho podría compararse a alguna de las joyas del ajedrez por correo.
Es curioso, pero creo que todos estamos atrapados en esta metáfora dadiana, es decir: jugar el juego que aceptamos perder antes de empezar o convertirnos en traidores, asumiendo no solo el riego de ganar, sino además de asumir las consecuencias de no respetar los acuerdos.
Basta con entrar a cualquier sitio de noticias para leer sobre deuda externa, monólogos presidenciales o im-puestos abusivos pero tambien en las pequeñas conversaciones cotidianas, acá y allá.
Millones de personas son pobres hace cientos de generaciones gracias a las leyes de herencia, a las leyes escritas en papel me refiero.
Pero ahora tenemos cosas peores: software estadístico usado para analizar ADN de gemelos idénticos ha descubierto que en las familias pobres los genes del talento no logran expresarse. Es decir para ser ricos hay que tener buena genética y nacer en una familia adinerada.
Martha Farah ha ido por el lado neurocientífico y encontró que varias áreas del cerebro se encogen (el hipocampo y la corteza prefrontal) en entornos pobres.
Oded Galor encontró que las economía dependen de variaciones genéticas: cuanto mas lejos se está de Africa hay menos diversidad genética, los grupos mas pequeños son menos diversos.
Es una buena noticia para los norteamericanos y los chinos, pero tambien para nosotros, los argentinos. Ahora bien, los extremos no son buenos: sociedades muy diversas como el Congo pueden terminar en guerras civiles, en cambio Polonia, por el contrario, menos diversa, tiende a ser demasiado convervadora.
Sea como fuere no son las acciones subjetivas de malos y buenos las que explican el asunto de la pobreza: Oded y sus colaboradores calcularon que el 20 % de la desigualdad económica es de origen genético, pero el resto?
La teoría del juego a la que es tan afecto el exministro de economía Lousteau tiene mucho para decir, como propone el último premio nobel económico Jean Tirol.
Pero hay mas para el que quiera ver: la pobreza es un resultado tambien de una trama cuasitérmica, según Victor M. Yakovenko, que hace que el capital se distribuya tan injustamente. Según su teoría en casi todos los países existe una economía para los ricos donde el 3 % se queda (por el hecho de habitar un nicho especial) con la mejor parte, como las moléculas que se vaporizan gracias a un grupo de reglas singulares.
El patrón no es solo en el presente, sino que a lo largo de la historia: egipcia, china o nicaragüense, es decir que son condiciones estructurales, pero de la condición humana, no de la relación entre burquesía y proletariado.
Pero hay otras noticias aún, y no tan malas: Tracy Mincer, usando secuenciación genética encontró que las bacterias tienen comportamientos altruistas, siempre y cuando tengan la capacidad de comunicarse.
La idea de equidad parece tener tambien un origen genético: Sarah Brosnan encontró que los primates tienen capacidad de rebelarse ante la desigualdad.
Investigando humanos, Jennifer Jacquet encontró que la tragedia de los comunes se ha vuelto global y la mejor forma de atenuarlo es hacer público quien está haciendo trampa, en lo que llamó la “amenaza de la vergüenza”.
En definitiva: la escasez de recursos que padece la mayoría de la población del mundo tiene causas muy diversas, lo que hace que la remediación del asunto sea mas que complejo.
Supongo que Shakespeare hubiera expresado este dilema mucho mejor, bastante espantoso por cierto, tanto, que prefiero no seguir pensando en el asunto.
Al menos por ahora.