Hay cosas que no se pueden entender, cosas que no se quieren entender y otras que no se deberían entender. Pienso en eso, mientras bloggueo después de ver unos videos en Youtube sobre la Segunda Guerra Mundial.
He llegado a los videos sobre los campos de exterminio nazi. Hay varios en el panel a la derecha y uno puede elegir. Veo que, cuando los soldados americanos llegaron a Dachau, 8 días antes de la rendición definitiva, encontraron un campo de concentración donde los alemanes aislaban y asesinaban a miles de judíos.
Leo que el de Dachau fue uno de los primeros campos de concentración y exterminio de Hitler y sus muchachos, que era un pueblo cercano a Munich, y leo que cuando los americanos llegaron el lugar era un desastre, tanto como los alrededores: sobre las vías muertas encontraron un tren de 40 vagones rellenos hasta arriba de cuerpos humanos en putrefacción.
Uno piensa: si era una guerra en el centro de una Europa educada, continente que se había edificado alrededor de la escritura, los bancos, la lectura silenciosa, los contratos y la ciencia.¿Cómo habían llegado a tanta crueldad?
Sea como fuere las cosas eran así en 1945 y los civiles alemanes de la ciudad de Dachau, inclusive algunos de los cuales se habían opuesto al nacional-socialismo tanto como habían creído poder, fueron acusados por la tropas aliadas de lo que había sucedido y tuvieron que desfilar frente a los cadáveres y trabajar luego en las tareas de enterramiento.
Leo que cuando interrogaban a estos vecinos resultó que todos eran perseguidos, que nadie había denunciado a nadie y que nadie había sido nazi voluntariamente: así es la condición humana.
Algo mas sucedió luego: cuando los alemanes encargados del centro se rindieron muchos fueron fusilados sumariamente, o en simulacros de fuga, al igual que los presos que hacían de guardia-cárceles. ¿Cómo es que se había llegado a semejante locura?
Entender a los nazis desde arriba
Durante 75 años se ha tratado de descifrar lo que sucedió en esas décadas. Se probó con distintos ejes de análisis. Los ejes clásicos: subjetividad vs objetividad (“a los judíos los trataban como objetos”), bondad vs maldad (“Hitler era la maldad absoluta”) o el de modernidad vs barbarie.
Ninguno funciona bien y lo que se consigue es encontrar sujetos, bondad y civilización como conceptos abstractos, pero poco explican sobre lo que sucedió. Hitler fue hombre del año en Times. Ford, IBM o Boss participaban de los procedimientos que incluían esclavos o experimentos con pibes indefensos y eso no se puede entender con lo del bien y el mal.
Se intentó tambien entender al nazismo desde la crítica ideológica, desde la psicología del broadcasting; se probó con desciframientos mas existenciales, mas románticos, mas culturales pero la verdad es que todavía no se puede desentrañar el problema del nazismo. Es decir, desbloquear el sentido alrededor de lo demoníaco y pensar en sus condiciones de producción y de evitación.
Eric Hobsbawm o Ian Kershaw analizaron tambien de arriba a abajo al nazismo, señalando lo dificultoso de la tarea, aunque se centraron en la idea de los fascismos como dispositivos de amplificación del poder y control de un Estado sin regulaciones.
Hay una explicación lateral y de algún modo contradictoria con la anterior que parece interesante: dice que cuando existe una debilidad institucional en la que pueden anidarse el nazismo, o cosas como las bandas de narcotraficantes, los clanes psicopáticos políticos, ISIS o el FBI mismo el espacio será ocupado.
Sin embargo todo eso me resulta insuficiente, es demasiado generalizable, metaexplicativo, dice mucho para no decir nada.
Abrir la puerta y ver que hay del otro lado del nazismo es muy complicado, es verdad. Mas allá del la espectacularización que los canales de TV de documentales y del intento de colocarlo en el pasado, es como que algo del fascismo persiste, adopta nuevas formas, parasita el cotidiano del siglo XXI. Los del enano fascista ya no avergüenza a nadie, pero ¿que es lo que quiere decir eso?
Daniel Schávelzon y Sergio Calleti me lo advirtieron en momentos diferentes y sin saber nada uno del otro, pero coincidiendo en un punto: es complicadísimo tocar el tema aún, ni lo que hicieron o pensaron los nazis en su época de poder por cuestiones de poder actuales.
Por ejemplo: nadie conseguiría una beca para investigar cuanto enraiza la comunicación política actual en las máximas de Goebbels. Tampoco sería fácil conseguir fondos para tratar la historia de los vikingos en la Mesopotamia argentina, algo que algún nazi trató hace décadas. La mismísima genética aún arrastra injustamente algún grillete nacionalsocialista.
Hablar del tema, financiado o no, es complicado. Hasta para Hannah Arendt era dificil, por mas clara que la tuviera gracias a su vínculo con Heidegger. Victor Klemperer ya en la época en la que sucedían las cosas veía en el nazismo una especie de infantilismo romántico con el que resultaba imposible argumentar: los nazis (si eso fuera algo) concebían sus “éxitos” amplificadamente, en términos superlativos. Todo logro se amplificaba mas allá de un máximo tolerable y luego la propaganda broadcasting infiltraba el discurso cotidiano de modo que las posiciones críticas no fueran aceptables, no entraran en el juego.
Así, el cálculo de cualquier mortal coherente daba que era mejor festejar a las SS y denunciar a cualquiera que no lo fuera que expresarse sinceramente. El Estado-Gobierno-Partido garantizaba que la vida fuera normal, salvo que te opusieras abiertamente.
Pensar el nazismo desde abajo
Erich Ebermayer retrató la situación que se vivía durante el auge nazi diariamente, y entre sus anotaciones publicados en 1959 registró algo que parecería menor: Hitler comenzó a perseguir a los homosexuales para eliminar a los contactos no deseados de su propio pasado gay.
Es un tema dificil, digo, mientras sigo leyendo. LLevo dos décadas como docente en la Carrera de Ciencias de la Comunicación de la Universidad de Buenos Aires y el asunto es tratado solo tangencialmente y no aparece en los programas de estudio. ¿Cual es el sentido de esta invisibilización?
Quizás hay en las anotaciones de Ebermayer una pista que valga la pena seguir. Un interés íntimo, un temor singular, una querella personal es puesta a interactuar en cadenas de vínculos y encuentra donde amplificarse. Es como pensar al nazismo en microcomportamientos, en nano creencias, en minisentimientos que se conectan y se sinergizan.
Una decepción se expresa, sufre cambios de contenido, es rotada, girada lo suficiente como para no ser capturada por los corsets de época y entra en dispositivos de multiplicación que los autosustentan: un grupo político, un medio de comunicación, una red de vecinos.
Se podría seguir así: esos atributos pequñitos pero distorsivos, cohercionados por las interacciones (cosas como la homosexualidad de Hitler o un padre que no reconoce la paternidad de su hija, o un usurero que maltrata a los obreros etc, etc) se entraman con otros formando plastrones flotantes en la conciencia colectiva y efímera, en los que unas y otras desviaciones se contienen y arraciman, se dan sentido y se nutren, se extienden y sustraen recursos a otras formas sociales.
Es, en un punto, una forma de ver al nazismo (y sus formas primas) que puede ser malinterpretada como mas benigna, cuando en realidad es lo contrario: nos alerta sobre la posibilidad de su renacimiento acá o allá, extendiendo y malformando tal o cual complejo o trastorno.
Es difícil abrir la puerta y ver que hay en la habitación que tiene un cartelito que dice “nazis”. Es dificil porque uno abre la puerta, o le da una pata a la puerta y en una de esas aparece un espejo. Pero habría que hacer otra vez el intento.
Muchos se relajan y creo que están equivocados. Es peligroso ahora que el Estado recolecta tantos recursos y tenemos diputados que se definen como stalinistas, o periodistas que dicen que ni el Duce era fascista o jóvenes que se autodefinen como peronistas y no saben lo de aniquilar uno por uno.
Yo creo que están equivocados algunos que ignoran al corporativismo digital, a las burbujas en las que nos meten Facebook o Google. Yo pienso que no está bueno que el Estado Chino recorte el acceso a contenidos en la web, o que los celulares vengan crackeados desde fábrica. Son desde mi modo de ver consecuencias, no causas, peo no me gustan. No está bien: el nazismo pasado y presente pueden ser tambien visto en las pequeñas cosas de cada día.
Pensaba en estas cosas, mientras veía un video en Youtube sobre lo que pasó 8 días antes.