Archivos LuKas: Septiembre 2008

Es difícil extraer algunas consideraciones de este Telarañas del conocimiento. Educando en los tiempos de la Web 2.0, de Diana Fernández Zalazar y Carlos Neri a quien sigo habitualmente en su blog.

Primero porque la lectura está muy fresca aún y en segundo lugar porque yo mismo, hace diez años, he puesto a consideración de los lectores un libro con los mismos problemas que éste.

Es que uno se entusiasma con un buen blog, pero de ahí a la publicación en papel hay un senderito complicado.

En una serie de posteos anteriores fui desgranando las inquietudes que me llevaron a conjeturar sobre el campo de efectos de la autonomía de las cosas.

Cuando están vinculados los objetos se despliegan y comienza a hacer. En los robots es intrigante, pero en los estupefacientes puede llegar a ser trágico, como cualquiera que lea los diarios en Buenos Aires puede saber.

Oscar Vilarroya cuenta en Palabra de robot, Inteligencia artificial y comunicación que los robots Aibos desarrollaron un argot propio, tan propio que los mismos investigadores del laboratorio que los estudiaban no los podían comprender.

El Aibo fue un robot que Sony fabricó hasta el 2006: tenía una intensa sensibilidad electrónica y la posibilidad de desplegar alguna intencionalidad, por ejemplo apropiarse de una pelota roja que se les arrojaba en un lugar al azar.

Con la imprescindible ayuda de Julian Paredes empieza a rodar de a poco la red instalada en redología sobre plataforma Elgg.

Cuanta con espacios personales que incluyen un blog, una carpeta personal, una red de contactos, un agregador de feeds RSS y un perfil personal y espacios colectivos: las comunidades, que reproducen el mismo esquema que los espacios personales pero con n miembros, y los grupos de trabajo, que permiten gestionar el acceso los recursos de la carpeta de un usuario o una comunidad.

Porqué le dirán "locos"? Toda una generación fue moldeada en el bajorrelieve de dibujos animados como los de estos autos y tripulantes, verdaderamente un tema aún poco explorado en los estudios comunicacionales.

La paranoia sana y de la otra no tienen borde, basta husmear las cosas que se escriben, dicen y filman respecto a las etiquetas RFID.

Habrá que esperar que las cosas empiecen a hablar por sí mismas...

Suficiente o excelente? Japonés u occidental? Líquido o sólido? Colectivo u individual?

Porqué Meteoro movía solamente el labio inferior? Releyando algunas cosas publicadas por Mariano Sigman se encuentran algunas claves: el cerebro construye imágenes de si mismo, donde lo que le interesa es la novedad, la sorpresa que puede modificarlo. Con chequear eso le es suficiente.

Lo contrario es cierto también: lo que expresamos es mucho menos de lo que nuestros estados internos producen. Interesante para entender hacia donde va este planeta.

Cómo el micrófono de los Wawancó terminó con el tango de las grandes orquestas también hubiera sido un tema alrededor del cual se podría haber contestado la entrevista que me hizo Leila, quien tuvo entre otras gentilezas la de escribir bien mi apellido.

Acá se puede acceder a la Opinión Sur donde trascribió la entrevista que me hizo por email, parte de una nota mas extensa que acaba de aparecer.

Nada es suficiente con las cosas... pensándolas linealmente.

A medida que la "Internet Cero" comience a reformatear las mentes de los encargados de definir subsidios, becas y demás yerbas, la idea de una Web 0.0 que se le asocie no debería ser considerada una idea descabellada.

Ya el año pasado, cuando mi proyecto de celulares sensibles quedó ternado en el concurso que organizó el CEIARTE, pude conocer a otro de los proyectos basados en wireless, tema que es noticia hoy gracias a los productos que ha lanzado Julieta Gayoso.

"Abrete-Sésamo" es una palabra que aprendí en un cuento que leía de pibe.

En la primera lectura del libro "Cuando las cosas empiecen a pensar", de Neil Gershenfeld, lo había interpretado como si estuviera adentro de Las mil y una noches, es decir creyendo que era Alí Babá el que hacía abrir la puerta detrás de la cual se escondía el tesoro de los 40 ladrones.

Aquellos cuentos y sus ilustraciones eran tan fabulosos que seguramente fueron una de las buenas razonas por las que aprendí a leer.

Antes de comenzar a postear los datos recogidos en las entrevistas y registro de las 100 historias clínicas que utilicé para este ensayo, voy a tomar por un callejón que no me va a llevar a ningún lado, pero que me va a permitir ver como son mis propios pasos.