Basta acercarse medio dormido hasta el televisor y patear sin querer el cable, como sucedió antes de grabar el video de este post y luego ponerse a hojear el diario del domingo por arriba, para entender porqué, entre otras cosas, Internet ha dejado de funcionar en Buenos Aires.
Estos días me estoy enterando de que significa "flux": es el conjunto de los flujos que se miden o se calculan para una red metabólica dada.
En la línea de conceptos como genómica, transcriptómica, proteómica, metabólomica, regulómica, signalómica, fisiómica; la fluxómica está empezando a dar sus frutos, al menos en la posibilidad de conseguir fondos para investigación y conferencias.
Repasando algunas cuestiones sobre la neuromodulación por serotonina, me encontré con un trabajo de Thomas Ebert y su equipo de la Universidad de Constanza, en Alemania, en el que compararon las imágenes del cerebro de violinistas y violonchelistas con las correspondientes a sujetos no músicos.
La experiencia trataba de comprobar si, los hallazgos que se habían realizado estudios sobre memoria en monos, podían ser considerados válidos para los humanos.
La comprensión del comportamiento humano, como es sabido, depende en buena medida del entendimiento del funcionamiento de la memoria.
Con placer, pero también con cierto sacrificio en la concentración y la atención, terminé los artículos que me faltaban de "Exploraciones en Antropología y Complejidad", del grupo Antropocaos, colectivo del que pude escuchar algunas ponencias en el reciente encuentro de redes sociales de La Plata.
Se trata de un serie del grupo dirigido por Carlos Reynoso que, como suele pasar en Argentina, trabaja mas o menos los mismos temas que algunos de nosotros, también en la Universidad de Buenos Aires y sin tener más que un contacto esporádico.
Estos días varios migrantes han saltado de sus cómodos asientos, acusándome de todo lo que, en realidad, llevan puesto.
Diego Levis y su corte me tildaron de absurdo, de ridículo, de perezoso, de marketinero, de apresurado, de acientífico... Se dijo que la categoría "nativos digitales" era una "ideita", una "vergonzosa pereza intelectual" de unos "iluminados". No solo eso, se lanzaron otras chicaneadas que aclararé abajo, pero todas con la tontería asociada de considerar eso argumentos.
"Ladran Sancho" es lo primero que me digo, pero también que una buena dosis de información, y de la buena, es lo que necesitan y por eso acá me pongo a cantar.
Nadie puede desgajarse de su contorno. Nadie puede ignorar su paisaje. Podemos anestesiar, nada más.
Estamos hechos de lo que creemos que nos rodea. Somos los monos y el árbol.
¿Quien echa a quien de los bosques? ¿Tenemos los entornos que nos merecemos? ¿Donde se alojan esas nubes de signos, si flotan en los satélites? ¿Que lógica se apropia de todas estas formas intangibles?
Hace un año pensaba en el asunto de la WEB 2.0 y esas cosas cuando hice mi presentación en Liminar.
Van creciendo las lechugas de mi huerta, justo mientras leo sobre las fiestas de Adonis, rituales griegos relacionados con la muerte y el deseo sexual.
La costumbre era así: una vez al año las mujeres subían a los tejados por la noche, borrachas, bailando y cantando juntas, envueltas en el aroma de la mirra.
La señal eran macetas con lechugas casi secas que ponían a la vista de conocidos y extraños: los jardines de Adonis.
Siguió nomas el sainete de nativos/migrantes digitales y seguramente nos ha ayudado y perjudicado la imposibilidad de no contactar las burbujas proxémicas, cosa que quizás hubiera aliviado el tono de algunos posteos, cuestión de la que no me excluyo, por cierto.
Cuando Alejandro Tortolini publicó sus posts sobre el tema “nativos e inmigrantes digitales” (aquí y aquí) esperaba, según confiesa, generar algún debate, lo cual no ocurrió, en buena medida, porque él mismo se autoexcluyó y excluyó a los que no pensamos como él. Dijo que mis ideas caerían por su propio peso y que no valía la pena ni pensarlas. Pues bien, allá él y su forma autoritaria e inútil de desprecio. Que se la siga aplicando a si mismo.
Estuve, gracias a la invitación de Sebastian Lorenzo, en la presentación del libro de David Ugarte en la Embajada de España, material fundamental para conectar los distintos nodos del curso que estoy dictando en FLACSO, sobre tecnologías para el trabajo colaborativo.
Copio: "Los blogs son creadores de discurso personal. Descubren de forma dinámica la identidad de su autor, que aparece como aquello que se adivina, que se entrevé bajo el relato de una reflexión y un aprendizaje continuo.
Pero en la medida en que escribimos justamente sobre aquello que aprendemos –es decir, lo que todavía no sabemos realmente–, la identidad personal aparece en su dimensión flujo, no en la de stock."
Me voy, entonces, pensando en varias cosas, descubriendo, adivinando lo que ignoro.
"La muerte de Marat" fue pintada por Jacques-Louis David en 1793. Me intriga que la mitad superior del cuadro la ocupe un vacío parduzco. ¿Que clase de espacio puede representar esa sombra sobre un telón ciego?
En la mitad inferior se representa al diputado jacobino agonizante en el baño. ¿Porque está ahí?
Sabemos que vivía escribiendo, con casi todo el cuerpo sumergido en agua. Los médicos que se lo recomendaron lo hubieran matado con su técnica, si no hubiera sido por Carlota Corday. La girondina fue la mujer que entró con la carta que aún lleva en la mano y le dio muerte.
Como todos los jueves nos reunimos para conversar sobre los textos de la materia y esta vez le tocó el turno al ya viejo libro de Pekka Himmamen: "La ética del hacker y el espíritu de la era de la información".
Y tanto batir el parche con la "ética" y el "espíritu" terminé releyéndome "La ética protestante y el espíritu de capitalismo" escrito por Max Weber entre 1904 y 1905.
Parece que al Dr. Diego Levis se le han puesto los pelos de punta. No creo que sea para tanto, pero si él lo dice... (ver link para comprobar)
El tema es la cuestión de nativos/migrantes digitales, lo que él llama, incorrectamente a mi modo de entender, un "lema publicitario de moda en el mundo de las TIC".
Todo empezó así: yo había leído de las ideas de Levis en Kybernetes, donde se calificaba con un "excelente" el post que había hecho sobre el tema. Como no estaba de acuerdo di una limitada opinión en mi blog, por cierto diferente a la del autor.
El premio Nobel de 1906 reunión a Camilo Golgi y a Ramon y Cajal, dos pioneros en la comprensión de la anatomía y fisiología de la materia gris.
Por cierto que no estaban de acuerdo y para demostrarlo discutieron hasta en el día de la entrega del premio.
Podría haber sido una de argentinos, tranquilamente: Golgi era un tano calentón que consideraba que el sistema nervioso estaba constituido por una red difusa intersticial. Cajal, por el contrario, había propuesto su teoría neuronal con una persistencia que cualquier gallego del Buenos Aires de la época hubiera envidiado.
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