Proyecciones

Los cirujanos, lo sabemos, aman el bisturí, quizás tanto como los maestros aman la ignorancia de sus alumnos y los veterinarios la enfermedad de sus animalitos.

Mi amigo cirujano hunde su herramienta en unas cinco víctimas por día. Cuando despiertan no saben cómo agradecerle.

He visto lo mismo en los maestros. Abren a sus alumnos en dos y les dicen que crean en las matemáticas, o en Dios, o en el gobierno, o en la Patria, o en lo de “está bueno, ah!”, “bah, no se” y el infaltable ” eeeeeh …. digo”.

Luego, para su cumpleaños, las madres hacen una colecta y les hacen un regalo.

Entonces no debería sonarnos raro que la justicia argentina, anclada como todo el país en el año 1983, ame el delito; como los religiosos los placeres, los payasos la melancolía y los militares la paz.

Recostándose

Ni siquiera el estado de emergencia permanente cambia las crónicas de estos días. Suelta de presos, cierre de hospitales, fábricas y escuelas, la locura vuelta una moda en las callecitas de Palermo y la policía que recorre las barriadas saludando.

Bien, aclarado este paraíso foucaultiano veamos las incógnitas que emergen. Por ejemplo:

¿A quien aman los relojeros? ¿Al tren que llega tarde?

¿A quien los directores de cine? ¿A la actriz a la que nunca filmaron?

¿A quien los albañiles, los abogados y los contadores? Y los ingenieros navales ¿aman los naufragios?

Hace unos años con unos amigos nos preguntábamos por qué carajos todo falla. ¿Por qué las empresas cierran, los paises se derrumban y los esposos se divorcian. ¿Por qué las islas quedan debajo del mar? ¿Por qué los sanos enferman, envejecen y tarde o temprano se vuelven pálidos? ¿O por qué todo conocimiento deja de ser útil en días, o meses?

¿Por qué esos psicópatas controlan las organizaciones que los ingenuos festejaron en su momento con bailes y refrescos? ¿Por qué el cordero construye laboriosamente una casita para que el agente inmobiliario le pague los dos pesos con los que empezará otra mas allá?

Es que quizás sea porque los cirujanos aman el bisturí y los maestros la ignorancia de sus alumnos.

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