Gracias al descubrimiento de las neuronas espejo, ahora sabemos a neurociencia cierta que nuestros cuerpos conversan entre sí, independientemente de los sonidos que emitamos con nuestras laringes.
Pero gracias a las ciencias sociales y libros como "Una historia del cuerpo en la Edad Media" de Jaques Le Goff y Nicolás Truong sabemos también que ese alfabeto que usan nuestros cuerpos, hecho de gestos, posturas y modos de moverse ha sido intensamente regimentado, podado, aplastado y freído vuelta y vuelta por las distintas culturas que fueron atravesándolo.
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