En una de las notas de Juan Freire me encuentro con una idea bien interesante: "la mayor parte del bienestar humano se debe al capital intangible, donde se incluyen el conocimiento, las redes sociales, el funcionamiento eficaz de leyes e instituciones y la ausencia de corrupción" .
Según entiendo la idea surge de las transformaciones que se han diseñado en y para la ciudad de Bilbao, algo de lo que hablan los diarios y que los urbanistas han bautizado el "efecto Bilbao".
La ciudad vasca se ha reinventado según la premisa de la importancia del capital simbólico, cosa que parecen haber hecho a dos puntas: por un lado desmantelando la obsoleta estructura industrial que la caracterizaba y, por otro lado, a partir de la franquicia del Museo Guggenheim, convirtiéndose en un nodo cultural de primer orden, que funciona como atractor de otros eventos culturales y sociales que se atraen unos a otros.
Algo parecido, pero con la dirección contraria a la de la ciudad de Bilbao, es la que aparentemente está pergeñando el Intendente Mauricio Macri para los barrios del oeste de la ciudad de Buenos Aires: Liniers, Villa Luro y Versalles.
Los terrenos de los talleres ferroviarios ya están en desuso hace décadas y ahora se propone desoganizar y desculturalizar sus alrededores, algo va a afectar directa o tangencialmente a todos los habitantes de la ciudad.
Según varias fuentes aún no desmentidas, la decisión inconsulta es imantar la zona de los viejos galpones del tren sarmiento con los vecinos expulsados de su Villa 31, crear una zona roja, una zona de baratijas "franca" y una nueva y mas insalubre terminal de micros.
Atraídos y congregados, estos agentes urbanos oficiarían de conectores de otros semejantes, generando una escalada sociocultural que redundaría en la oxidación progresiva de uno de los pocos polos barriales de la ciudad, para convertirla en lo que exige la posmodernidad mal entendida: enormes playas de estacionamiento, edificios torre sin los servicios suficientes, la conversión de las casas populares construidas en la década del treinta en inquilinatos de inmigrantes ilegales y por todos lados plataformas de paso de pasajeros, de circulación de ondas eléctricas, de trenes soterrados, de mercaderías de todo tipo y por supuesto más prostíbulos, mas casas de Bingo y mas templos evangélicos.
Una Nueva Bilbao pero al revés que, paradójicamente, lo que está haciendo es agrupar a los vecinos nuevamente, como hace mucho no lo estaban.
Causa perdida? La ciudad autoorganizada? Negociados? Obsolecencia del las organizaciones intermedias?
Por ahora no lo sabemos, depende de lo que se haga o deje hacer el resultado final de esta partida.
El 80 % intangible aún pertenece a los vecinos, al menos en mi ingenua versión de las cosas.
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