Contra todo lo que opinan los políticos, otra vez se demostró que hasta unos "yuyos" que crecen solos tienen tanta capacidad de expresión como la voz humana. Y eso que no vi ni un solo grano en la plaza del Congreso.
No escribo esto porque se haya aprobado o desaprobado tal o cual ley, lo pienso viendo las estrategias que una planta como la soja ha encontrado para colonizar e infectar tanta superficie terraquea, conviertiéndonos a todos en jornaleros de muy mala paga.
Es que un verdadero ejército de actores fue reclutado por estas simples semillitas destinadas a los chanchos de la India y China.
Tal fue el poder que acumularon estas exportables, que no hubo canal de noticias, porción de asfalto, mesa de café, apriete, delirio megalómano o grupete de intelectuales que pudiera resistirsele.
Todos y cada uno trabajando por y para la soja, todos socios involuntarios de una planta que "crece sola".
Humildes genes desarrollados hace millones de años, purificados por cientos de generaciones asiáticas dedicadas a conseguir que máquina natural capaz de extraerle nitrógeno a la tierra sudamericana. Una máquina que funciona a tracción humana.
Basta como prueba esta imagen de la TV: de frente, mirando a la cámara, los prosojeros, "el campo".
De espaldas, en multitudes anónimas que la edición del multimedio nos propuso ver como desaforadas masas en retirada, los propiciadores de las retenciones, los "militantes K".
Y a la izquierda de su imagen, señora, los políticos de turno, y no vaya a creer que la novela termina acá....
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