Escribir sobre "lo nuevo" en los blogs es como hacer historia, pero en reversa. Ahí estamos, todos corriendo por lo que va a ser, por lo que va a reconfigurar nuestras vidas.
Los historiadores buscan y organizan documentos del pasado, los blogólogos y digitalistas en general descubren y profetizan los cotidianos del ciberfuturo.
Pero alto ahí! Un poco de des-ingenuidad viene bien y así como la historia tiene tantas interpretaciones como usos presentes, la lectura de la esfera de bits por los "novedólogos" tiene tantas facetas como posibilidades de apropiación: llámese atención, llámese "marcar agenda", publicidad, narcisismo o como se quiera.
Yo mismo urgueteo cada tanto a ver que me sorprende en todo el magma de blogs, pero... adonde estoy yendo?
En esto estaba pensando cuando se me cruza el libro de acuarelas de Emeric Essex Vidal, que retrata el Buenos Aires de hace 2 siglos.
Pintaba lo habitual o lo exótico a sus ojos?
Describía como se vivía o lo que le parecía bizarro?
Acaso el mendigo-gaucho y el cura de los dibujos de Vidal merecían que se resaltasen tanto esos rasgos y no otros?
Es que estamos en el horno si nos sucede los mismo que a los usadores de la historia, que por un lado le ponen ganchos a lo que quieren justificar (los sindicatos son la expresión de los trabajadores porque Peron bla bla...) y por el otro sólo seleccionan documentos de los que viajando por primera vez se sorprendieron con algo raro.
Alguien diría que Buenos Aires era un ciudad de mendigos explotados por curas, si así funcionara para pedir un subsidio hoy en día.
En Internet está sucediendo lo mismo? Me estoy formado la idea de que así es: se nos remite a los brillos y las chispas, pero cada vez menos entendemos del detrás de escena, cada vez sabemos menos como se cocina el pollo que nos trae el mozo a la mesa.
Acaso dentro de 2 siglos alguien pudiera explicar como estábamos en Buenos Aires revisando las imágenes de un vendedor ambulante de guías?
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