Al ritmo de la coreografía organizada por los medios de comunicación y sobreinformación, hoy, apacible día feriado para festejar el día de la bandera, buena parte de las clases medias se han puesto sus mejores camperas para salir en televisión.
Veo ahora en los noticieros como, en las mas paquetas esquinas de Buenos Aires, los neo-piqueteros porteños golpean sus cacerolas y con carteles que llaman "yegua" a la presidenta, continúan sin saberlo aquel "viva el cáncer!" que le gritaban a Evita en los cincuenta.
Yo ya vi algo parecido con el mundial 78, con las Malvinas, con Aldo Rico, con DelaRua, con Blumberg.
Los libros de historia recetan que alguno va a ser el pato de la boda de todo esto y que algún otro va usufructuarse el premio mayor, pero es muy probable que no sea ninguno de los actores visibles de estas horas.
Es que cuando toda la red se sacude tanto algo emerge y no parece ser esta la excepción
Es que cuando lo que debería sobresalir por encima de todo es la Ley aparece un agujero en el que todos meten el balde a ver que pescan.
Es que en la Argentina la forma de gobierno constitucional y la legalidad nos vino de arriba, de Brasil que nos derrotó en la batalla de Caseros y nos puso en caja y de Estados Unidos de donde nos copiaron la constitución y los reglamentos de las privatizaciones.
Y ya se sabe: nadie se toma en serio lo que viene de arriba.
Por más que nos vistamos de seda, nada podrá ocultar que como cuasipais estamos desnudos: no existe un pacto por encima de los acuerdos menores de capitanejos, que son acuerdos de prepo, arreglos en los que el fuerte le pone condiciones al débil.
El que tenga dudas que vaya a visitar un jubilado.
Así estamos esta noche, que repite cientos de noches de historia argentina. Se lo ve todo desde los noticieros, donde los periodistas pagos han perdido el disimulo que les quedaba y arengan a los televidentes a que se abriguen y salgan a lucirse.
Hace muchos años unos antropólogos fueron a observar convivencialmente una comunidad amazónica.
Durante un caluroso verano describieron la llamativa des-organización social en la que se habían sumergido y quedaron a punto de morir en la intensa violencia intratribal que reinaba.
Un tiempo después otro grupo de antropólogos descubriría que aquellos conflictos habían sido originados por la distribución de mosquiteros que habían hecho los primeros visitantes académicos y que alteraban la red de distribución dentro de la comunidad, dado que la regulación de los insectos dejaba de ser un modo de control social.
Sin saberlo De-lia, De-angelis y el precio de la soja viven en el Amazonas.
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