Las grandes ciudades han padecido bloqueos desde la antigüedad y Buenos Aires no escapa a la regla.
Mañana podríamos levantarnos sitiados y nadie se sorprendería.
Sin embargo los efectos del asedio no son necesariamente previsibles: por ejemplo, durante la gobernación de Juan Manuel de Rosas hubo un período de escasez de productos por el bloqueo anglo francés, que reactivó en parte la economía local y perjudicó a los comerciantes franceses en la ciudad.
Pero no es esto lo que me anima a escribir este post sino una hipótesis del conflicto, una idea del brete en el que supuestamente están enfrentados el gobierno y el campo y que propongo pensarlo de un modo diferente.
Ayer se arrojaba sobre los 13 millones de habitantes la amenaza de que faltaría la comida o que subiría a precios exorbitantes.
Hoy el gobierno hace las suyas: nos podremos quedar sin gas, sin luz y sin agua en un abrir o cerrar de ojos y ni que hablar de jubilaciones, viviendas, asfalto o nafta.
Mañana? quien sabe.
Las reglas del juego
Lo que se ve hasta ahora, luego de tres meses, es que gobierno y campo reclutan en levas forzosas todo lo que encuentran a su paso: minutos en los medios, agentes de inteligencia, periodistas, piqueteros, carteles en la vía pública, amenazas televisivas, posteos en blogs, tiempos de corte de circulación, tiempos de parálisis de cualquier cosa que se mueva, tiempos de embolias, trombos e infartos ciudadanos.
Gobierno y campo, mas allá de estar en distintos planos (y de no compartir la misma densidad ideológica) ensamblan, compactan, anudan, expulsan, recubren, alejan, tejen y destejen sus redes de amigos y enemigos, de lo mismo y de lo otro.
Gobierno y campo, así, parecen "enfrentados" en una guerra intangible de trincheras y tratan, por medio de sus embajadores, que la contraparte tenga "gestos de grandeza", es decir que se de por vencido, que abandone, o que sino redoble la apuesta, que siga el juego, que siga la diversión, la cantidad apostada, el volumen total del juego.
Hay algo en todo esto que podría resultar extraño al desprevenido: es una cuestión de ejércitos de cosas y personas, de discursos y de sentidos, de fuerzas y resistencias que sin dudas crecen a la par de ambos lados, pero como en una especie de tango, de danza extraña alrededor de un centro descentrado.
Como dos planetas que en una misma órbita que se disputan quien es el sol, como dos pibes en un subibaja que olvidan que el limite está en el piso de tierra, en la supuesta disputa gobierno vs campo el eje real queda fuera de la discusión completamente y se habla de costos, de justicia y de solidaridad, pero se juega con chantaje, con golpes al hígado y apelaciones a trascendentes.
Y si campo y gobierno estuvieran jugando del mismo lado, como dos personas que se turnan para jugar con los mismos naipes el mismo solitario?
Si fuera así: hasta donde llegará esta guerra que nadie empezó y nadie terminará?
Estoy escribiéndolo en otro posteo, mientras ordeno mi cabeza, que para eso es este blog.
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