No he podido ir a los teóricos en los que se ha discutido sobre el asunto de si Google es el "malo de la película" o si se puede producir riqueza e innovación sin empresas y sin necesidades en un mercado.
Sin embargo sí he podido ir a las canchas de fútbol muchas muchas veces y lo que puedo decir es que Google es como el arquero José Luis Félix Chilavert que decía: "no importa si hablan mal o bien de mi, mientras que hablen".
Recuerdo que las salidas de Chilavert al área tenían tal brusquedad que algunos jugadores contrarios terminaban lesionados o al menos atemorizados.
La rodilla solía ponerla tan arriba en los saltos, que los delanteros temían realmente terminar en coma. Retengo todavía la trayectoria de la pelota en los goles que le hizo a Navarro Montoya y a Germán Burgos y la de los escupitajos a Guillermo Barros Schelotto y a Roberto Carlos.
También tengo en la memoria la hora cronometrada que estuvo firmando autógrafos en la explanada de Velez Sarsfield, su costumbre de saludar a todos por igual, su solidaridad con los arqueros agredidos por la hinchada contraria o su capacidad de recordar los nombres de pila de los chicos que lo alentaban.
No se porqué tambien pienso en las Madres de Plaza de Mayo y en algo en lo que no había reparado: justo en el comienzo del siglo, cuando Argentina se lanzaba al default de todo al tiempo que arrojaba a generaciones enteras al paco, al alcohol y el juego patológico, la organización de las madres fue más allá del reclamo pacífico por institucionalidad, por justicia y por la fundación de un país en serio.
A principios del siglo las Madres pasaron a la construcción, al diseño, a la acción, salieron a la cancha. Por caso miles de viviendas se están construyendo y hasta el intendente Macri ha tenido que doblar el brazo.
Hey! Google, Chilavert y Madres: Ladran sancho!
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