Dicen que desde el club Victoriano Arenas se ve un espectáculo, pero no precisamente deportivo. El club está ubicado en una extraña península, sobre el riacho más contaminado del mundo y podría albergar a 2000 simpatizantes si pudieran llegar hasta sus gradas.
Archivos Enero 2008
Con pocas reglas se consigue que las cosas funcionen.
Una prolija bandada de patos, por más compleja que resulte, se sustenta en muy pocos principios que cada ave recuerda claramente: conservar tanta distancia respecto al que vuela adelante, sumarse a la línea de vuelo a tantos grados a la derecha o la izquierda según la posición relativa en la V y si voy en la punta elegir el camino, hasta cansarme y dejarle el lugar a otro.
Quizás Foucault estaba equivocado y no era la cárcel el prototipo de lo social, esa cárcel que se repetía en el corazón de todas las organizaciones modernas, disciplinando a peligrosos y cancerberos.
Si, quizás Foucault estaba equivocado, o quizás no conocía las colonias de vacaciones.
Nos despachamos con una de mis hijas dos películas de Pino Solanas en una noche.
A principios de la década del noventa trabajé como psiquiatra en el PAMI, el sistema de salud de los jubilados argentinos. Yo recién comenzaba y todo me parecía desordenado, alejado de lo que había aprendido en la facultad.
Quizás uno de los problemas sea saber donde ir, lo que se dice tener objetivos.
O quizás sea pensar en objetivos, en resultados medibles.
Uno dice: voy a ir al cine. Voy a ganar tanto dinero. Voy a vender, parir, dormir, correr, comer. Voy a...
Después viene quiero que mi hijo vaya a, que mi sobrina vaya a, que mi empleado, que mi jefe, que mi vecino.
Cada tanto me pierdo, como el nonno de Fellini y no se si me he desviado completamente del camino en el que iba, o del mismo camino, o en verdad estoy en la puerta de mi casa.
Amarcord, más allá del daño que le produjo Susana, otra película de esas que un ve todos los días.
Cada tanto repiten "La delgada linea roja", una de las películas del extraño Terence Mallick. Trincheras, balaceras, desembarcos anfibios, bombardeos, ametralladoras y lo que se puede decir es que no es una película de guerra.
Un breve paseo por el barrio, desde casa hasta la ferretería y uno puede enterarse rápidamente de todo lo que sucede, al menos, en el país.
En la carnicería, unas señoras, fundamentadas en los apagones de electricidad crónicos, dicen que están dispuestas a meterle las bombitas de luz a los muchachos de la compañía de electricidad en lugares asombrosos.
Otros vecinos, cerca de la comisaría, discuten donde hacer un cacerolazo para protestar, pero esperan que alguien les diga donde.
Hoy la televisión comenta que Argentina a comenzado a exportar instructores de hinchadas de fútbol a México, Colombia y otros países. No es nada institucional, simplemente contratan a los jefes de las barras bravas.
Yo ya sabía que nuestro admirado Markitos, jefe de la hinchada del club Velez Sarsfield, había andado haciendo consultorías en el interior de la Argentina para equipos que se juegan el ascenso de categoría. Se que fue con un grupo de sus mejores espadas, pero esto de andar por el mundo ya es más importante. Realmente son muy pocos los que pueden traspasar a las futuras generaciones todo este caudal folclórico urbano.
No hay como el hielo para el dolor de las articulaciones, pero todos tomamos anti inflamatorios no esteroides.
Adoramos la aspirina y hacemos fila para hacerle nuestra ofrenda de monedas, con tal de poder negociar con la fiebre o la hinchazón de tobillos.
Es una extraña religión: los anti inflamatorios pueden producir gastritis, hemorragias o asma, pero los tomamos de a toneladas. Mejor no pensar, hay que actuar, como prefiere el intendente.
Con cierta mezcla de tristeza y alegría regreso por la ruta panamericana a Buenos Aires. Me he propuesto no hacer esos balances de fin de año rutinarios: ni económicos, ni afectivos, ni cognitivos.
Mientras avanzo pienso solo en ese extraño cartel que nos advierte que no caminemos ni circulemos en bicicleta.
Que dirán los próximos carteles?
Regreso triste por la enfermedad de personas queridas y por la entropía haciendo lo suyo sobre lugares y recuerdos anhelados.
Regreso contento por la llegada de nuevos seres a la familia y por cierto alivio económico momentáneo, que se respira en algunos lugares del país y del que algunas porciones puedo disfrutar de a breves porciones.
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