A pesar de lo que dice mi amigo Alfred, un libro de 150 páginas puede ser más que interesante. Así, por lo menos, me lo demostró Palabra de robot, Inteligencia artificial y comunicación de Oscar Vilarroya.
El tema de los robots no es un quimera lejana: la inversión en el desarrollo del mercado de robots es de las que más crece, pero sobre todo de los que más lo hará en los próximos años. Nada más comparar en google: a mí me da 93 millones de respuestas para "robot" y 87 millones para "humano".
El libro de Vilarroya se focaliza en una "especie" de robots, posiblemente la más popular hoy en día: los AIBOS. Lo hace desde una perspectiva que se podría haber sospechado, pero que al menos yo desconocía completamente.
Los AIBOS pueden de reconocer los gestos y hasta la actitud corporal de los humanos. Son robots sensibles a las caricias, tienen una enorme capacidad de movimientos, equilibrio, flexibilidad y aprendizaje y sobre todo, se conectan entre sí.
Pero la cuestión que tenían los laboratorios era parecida a la de los políticos: si había que dotarlos de una inteligencia o dejarlos en paz y dejar que crecieran por las suyas, concentrando los esfuerzos en facilitarles las condiciones para que ellos mismos evolucionaran cognitivamente.
Los investigadores bautizaron la propuesta "experiencia perceptiva” o "arraigada" y de eso se trata el libro.
Ya Hubert Dreyfus había dicho en otro pequeño y hermoso libro que sin un cuerpo material no se puede hablar de inteligencia.
El ser humano tiene percepciones, sentimientos y emociones desarrolladas a lo largo de millones de años de evolución. Pues eso es lo que facilitaron a los AIBOs, pero hasta hace una década se trabajaba en programas basados en inteligencia artificial descorporizada; es decir, máquinas sin cuerpo.
El nuevo enfoque, basado en Agentes, considera que la inteligencia sólo es posible si el agente físico está corporizado y situado y es capaz de desarrollar un procesos epigenéticos, es decir que las configuraciones cognitivas emergen como resultado de la interacción en un entorno físico y social.
Para interactuar con el medio ambiente el agente debe ser capaz de percibir y recolectar datos, transformarlos en información y convertir esa información en conocimiento para alcanzar objetivos, es decir los AIBOS tienen que tener intencionalidad. Todo eso se ha logrado, al menos rudimentariamente, según Vilarroya.
Efectivamente, estos perritos tienen mucha más vida artificial y viviencias colectivas de lo que nos dicen el sentido común y los noticieros de la TV, pero no solo eso: los grupos de científicos que investigan su inteligencia y su comunicación han descubierto que evolucionan de un modo que hace recordar a los seres vivos basados en ADN.
Gracias a fondos japoneses, un amable lugar en Paris y una formación en lingüística aplicada en USA, el belga Luc Steels a logrado que los robots pudieran comunicarse eficazmente con los humanos y con sus semejantes robóticos, desarrollando inclusive un argot que dispara preguntas bien molestas, al menos para los humanos.
¿Cómo es que aprendemos a hablar y a no decir nada?
¿Acaso el significado de las palabras está en que el otro capte vivencias?
¿Cuan obsoletas son nuestras capacidades cognitivas?
Me pregunto si algún día necesitarán psiquiatras. Por las dudas... me voy anotando.
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