Cuando disfrutamos alguna situación vital tendemos a repetir los comportamientos que la produjeron.
A mí me complacen mucho las aguas del Paraná. Si puedo voy a pescar, a bañarme en sus aguas y cuando se dan las condiciones alquilo una cabaña o pongo la carpa lo más cerca que puedo de su orilla, seguramente porque he tenido experiencias satisfactorias en mi niñez, que asociaron en mi memoria ese río con esas emociones.
Sin embargo, si mi vida fuera un continuo de pasearme por el Paraná, sería un desastre terrible, salvo que me dedicara a la marina mercante o a la pesca de tarariras, actividades menos rentables que la psiquiatría, la docencia y la consultoría, al menos por ahora.
Podría decir que pasarse el día mirando idiotamente el Paraná sería considerado una estereotipia, una conducta egodistónica.
Qué cornos es una estereotipia? Pues tuve que repasarlo para este post: es un patrón de comportamiento repetitivo e invariable que, desconectado de lo que en algún momento fue un objetivo o una función evidente, persiste.
Por ejemplo, mecerse en un momento de ocio no necesariamente es algo inadecuado, pero sí podría serlo la necesidad imperiosa e incontrolable de sacudirse rítmicamente cada vez que uno se sienta en una silla.
Como siempre, las cosas no son blancas o negras solamente. Hay atenuantes y agravantes. La independencia del estímulo, el grado de rigidez y la ausencia de un objetivo permiten decir cuan "anormal" es una estereotipia, siempre que no nos encontremos frente a factores ambientales invariables, como por ejemplo una persona aislada por algún motivo como el cautiverio.
Y acá viene el tema por el que me llaman de los medios; la adicción a Internet. Quizás se la pueda considerar un tipo especialísimo de estereotipia, compulsión o inclusive ludopatía, con el atenuante/agravante de que hoy Internet ya no es Internet, se trata mas bien de un modo de vida ubicuo, que impregna todas las actividades sociales, tanto como la corriente eléctrica, o las redes de agua, gas o cloacas.
Hasta donde yo sé nadie se hace adicto al agua, al aire o a las cloacas, pero la ingenuidad es ignorar la inteligencia inherente de los objetos digitales, su capacidad de adecuarse a las ideas, experiencias y creencias del usuario de la web o del celular.
La ludopatía o adicción al juego sería un estereotipia que compromete a una sociedad, pero que afecta a los más susceptibles por condiciones predisponentes. Tanto hombres como mujeres pueden volverse usuarios compulsivos de Internet, pero con variantes porcentuales según el juego (por ejemplo ellas prefieren los tragamonedas y los chats y ellos los burros y el porno).
Pareciera entonces que este problema es la resultante de un sistema endógeno de recompensa, que todos llevamos en nuestra cabeza, pero que a veces se sale del punto de equilibrio, por factores del medio.
Argentina es un paraíso del juego hace siglos y quizás haya una asignatura pendiente en averiguar cuanto le debemos agradecer y reprochar al juego por el destino en el que nos hemos embarcado como país.
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Pero bueno, así como los argentinos somos bastante bestias, la naturaleza es sabia: hay una estereotipia normal que supone un ahorro cognitivo en la interacción con el medio y lo social, dado que, una vez memorizados comportamientos satisfactorios, la persona simplemente repite y refuerza esa conducta que le es útil y placentera.
Sin embargo en estudios animales se ha visto que la frustración, las situaciones estresantes o la falta de estímulos desencadenas estereotipias. Los veterinarios agradecidos, pero puesto a ver que pasa con los humanos lo que nos encontramos es un delicado equilibrio entre condiciones genéticas y ambientales, que en algunas situaciones se rompe con el agravante de que fractalmente tiende a agravarse.
La apuesta de 10 de hoy es la apuesta de 20 de mañana y de 50 de pasado. Se puede echarle la culpa al caballo? Si alguien tiene la compulsión de peinarse cada 5 minutos, es un problema del peine? Sería un tontería afirmarlo, pero no tanto, porque la comida, el cigarrillo o la cocaína sí cuentan con condiciones inherentes que facilitan la adicción.
Neurojuego
¿Por qué entonces podemos desarrollar estereotipias, compulsiones o comportamientos completamente inadecuados, capaces de arruinar nuestra vida social, familiar o personal?
El sistema funcionaría así: un comportamiento estimula al sistema de recompensas endógeno que memoriza los resultados: los satisfactorios para un lado, los insatisfactorios para el otro. Claramente depende y críticamente, de la información que lo retroalimenta: si es positiva se refuerza y si es negativa se evita.
Al mismo tiempo un subsistema de creencias regula este primer circuito, de modo que un comportamiento satisfactorio puede ser inhibido por la corteza cerebral, que le informaría al sistema recompensatorio que la conducta que lo produce es socialmente reprochable.
Así las funciones superiores se anticipación a la recompensa, supervisando las decisiones automáticas del cuerpo, de acuerdo a una evaluación basada en la memoria y en la visión del mundo de la persona. El cerebelo, mi favorito, posiblemente automatiza también buena parte de la regulación social, junto con el área frontal del cerebro.
Hay bastante evidencia de que el área amigdalina, la corteza prefrontal y el núcleo nigroestriado regulan automáticamente el proceso de recompensa y que la dopamina es el principal neurotransmisor implicado. De ahí que se hallan encontrado clínicamente asociaciones en la ludopatía con el alcoholismo y el sindrome de Parkinson.
En este momento hay carradas de investigaciones basadas en ratones clonados con genes candidatos, tema del último premio Nobel, que buscan asociar la predisposición a estas patologías con los datos recolectados por años de experiencia clínica.
Posiblemente de acá a unos años tengamos nuevas herramientas de psiquiatría genómica para ayudar en estos problemas. En fin, hay para entretenerse.
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