Antes que fueran creados la tierra, el mar y los cielos, todas las cosas tenían el mismo aspecto, al que los griegos llamaban Caos: una masa confusa y sin forma.
Pero los dioses no vieron que eso fuera bueno y le agregaron el orden, lo otro, la diferencia: al capitalismo su comunismo, al blanco un negro, al norte su Sur y a los pobres una burguesía que los hiciera soñar en un mundo mejor.
Cuando pusieron al hombre en el centro, los dioses habían creado la modernidad.
Lo nuevo y lo viejo, lo particular y lo común, lo efímero y lo perdurable establecían ejes topológicos, una geografía por donde encontrar sentidos, donde construir museos y donde subyugar, ideologizar y formalizar la realidad.
La modernidad funcionaba, para los caños, pero andaba hacia el futuro. Ahora, en este presente, la multiplicación de particularidades entra en colisión con organizaciones que tienden a la homogeneización, a la conversión de cualquier información en más de lo mismo.
Ya nada puede sorprendernos? Los posmodernos festejaron esta licuación final, pero la fiesta ha terminado. Dicen.
Lo que queda de los posmdernos
La (im)posibilidad de algo nuevo sigue siendo la temática genuinamente "posmoderna".
Para Boris Groys lo nuevo es la utopía, la esperanza perdida la caja de Pandora, de la que se escaparon todos los males.
La utopía de la modernidad es el futuro, para la utopía posmoderna el "no futuro". Para la modernidad podemos ser actores, en la posmodernidad somos figurantes, extras. Enel futuro moderno se curará en cancer, en el posmoderno todo es metastásico.
La perspectiva de Groys es la de los estudios culturales encolumnados detrás de Friedrich Nietzsche.
Regresemos. Todo, sospechosamente utópico, dicen. Será así? Hay otro "Nuevo"?
Qué sentido tiene entonces lo nuevo? Pregunta Groys. Se nos exige y exigimos lo nuevo. El libro a publicar, el contenido del CD, hasta el gesto futbolístico.
Lo nuevo, ¿lo es en relación a lo que no lo es, a la tradición, por caso? Entonces, lo nuevo es difícil de pensar como "nuevo". De ahí que lo nuevo, tanto en la modernidad como en la posmodernidad, aparezca como utópico.
Para salir de la incertidumbre lo nuevo, ahora obsesivo, tiene compulsión a la repetición y es reinyectado e el capitalismo como la "innovación", como engranajes en un circuito de producción cultural.
Por ejemplo cuando recurrimos al archivo; esa tradición letrada, que constituye el sostén de la verdad en Occidente, debe ser testimoniada en letra escrita?
Se nos pide lo nuevo, se nos pide lo imposible. Bullshit!
El arte forma parte del comercio de valores culturales, pero de que valor habla?
El valor: continuidad de una tradición consagrada, continuidad negativa o positiva?
Quizás el camino sea otro: lo que importa en Groys es la intersección entre las acciones y sus actores, los sistemas de valores y jerarquías que los estructuran y son estructurados.
Marcel Duchamp, en sus ready made, cita a la realidad y abre un fisura. Instala una pregunta entre las acciones y los actores. Eso es innovar: transformar jerarquías y valores.
Lo artístico se instala en el intersticio entre el pasado y el futuro: convierte, es una transmutación de valores, un proceso económico (no mercantil).
Para entender la economía cultural hay que practicarla, la innovación cultural se convierte así en un modo de comprensión de las lógicas económicas.
Por eso Groys defiende al museo, lugar donde introducir una nueva diferencia entre las cosas, nueva porque se presenta a sí misma como infundada, inexplicable e ilegitima.
Para un visitante esta elección abre una visión sobre la infinidad del mundo.
Lo Nuevo, no como una representación de lo Otro o como un paso adelante hacia el progreso, sino como un recordatorio de que lo oculto permanece oculto, de que la diferencia entre lo real y lo simulado permanece ambigua, de que la longevidad de las cosas siempre está en peligro, de que la duda infinita sobre la naturaleza interna de las cosas es insalvable.
Lo nuevo de Groys nos da la posibilidad de introducir lo sublime dentro de lo banal: el museo es,para Groys como crítico de arte, el único lugar para una posible innovación.
A la luz de esta lógica museológica, que es cultural-económica, la innovación cultural se nos presenta como la más consecuente manifestación cultural de la misma lógica que actúa -oculta e implacable- en otros ámbitos de la vida.
La función de esta ecología y economía cultural sería, en definitiva, comprender la tensión entre la tradición y lo nuevo (o entre el archivo y lo profano) no como una dialéctica donde algo se destruye o queda superado, sino como un intercambio simbólico.
Se puede "innovar" repitiendo lo que ya ha sido dicho, pero de otra manera.
Antes que fueran creados la tierra, el mar y los cielos, todas las cosas tenían el mismo aspecto, al que los griegos llamaban Caos, una masa confusa y sin forma. Ahora el capitalismo está convirtiendo todo en una enorme playa de estacionamiento, nada ecológica por cierto.
Esto es lo que pude escribir sobre ecosofía, el día del Blog Action Day.
1 comentarios
Escribir un comentario