Van creciendo las lechugas de mi huerta, justo mientras leo sobre las fiestas de Adonis, rituales griegos relacionados con la muerte y el deseo sexual.
La costumbre era así: una vez al año las mujeres subían a los tejados por la noche, borrachas, bailando y cantando juntas, envueltas en el aroma de la mirra.
La señal eran macetas con lechugas casi secas que ponían a la vista de conocidos y extraños: los jardines de Adonis.
Pienso en los signos de esta particular y acotada rebelión lechugaria: techos, noche, risas, fechas especiales.
Signos muy distintos a las construcciones masculinas del espacio compartido: plazas, sol, argumentos, extensas semanas una tras otra.
Pienso en los espacios de la actual ciudad de Buenos Aires, real y virtual.
Van creciendo las lechugas de mi huerta, justo mientras leo sobre las fiestas de Adonis.
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