La novela ¨Ana Karenina¨ de Leon Tolstoi trata sobre las costumbres de la sociedad rusa del siglo XIX.
Solemos olvidar que tenemos costumbres, es decir que hacemos la mayoría de las cosas sin pensarlas, al menos explícitamente.
Esta novela comienza con una frase intrigante: todas las familias felices se parecen; cada familia desdichada lo es a su manera.
Claro, pienso, en aquella época la medicina poco podía hacer por los enfermos y menos por supuesto la psiquiatría y las psicotertapias en general, que apenas eran esbozos de los recursos con los que contamos hoy.
Sin embargo estaba la idea de que siguiendo las costumbres de la mayoría se podía acceder a la felicidad, la medicina era cosa para diferentes, para desviados. Des-dichados.
Pero la idea de este post no es dejar constancia de una novela empezada pero no terminada, sino comentar brevemente algo que hoy escuché en la radio, de parte del Lic. Waserman, quien dijo algo tan intrigante como la frase de Tolstoi: "lo que antes era local, ahora es masivo".
Se refería al consumo de psicoestimulantes de todo tipo: éxtasis, alcohol, paco, marihuana, velocidad, videojuegos o deportes extremos. Interesante, pensé, porque si estas cosas son ahora masivas, de ahora en más deberíamos pensar que la conciencia o la conexión realista entre el mundo y nuestras creencias es una propiedad local y no masiva.
Quizás algunos pocos puedan alcanzar la felicidad a su modo, sin embargo, de acuerdo a lo que estoy escuchando últimamente en el consultorio respecto a las drogas, podría aventurar: todas las familias infelices se parecen, cada familia feliz lo es a su manera.
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