Increíblemente empiezo escribiendo un post sobre un libro que acabo de comprar, pero que ya me ha atrapado desde su tapa: se trata de The Ghost Map de Steven Johnson.
Uno puede llegar desde cualquier url a casi cualquier otra en un máximo de 19 links, como postuló Barabasi, y aunque realmente no sé como desde The Long Tail pude llegar hasta este video se nota que el cluster cognitivo es el mismo.
El libro se trata del brote del cólera que ocurrió en Londres en septiembre de 1854. El brote, que diezmó literalmente en ocho días barrios enteros, fue también el comienzo de lo que he propuesto llamar una "perspectiva atmosférica".
Fue el Dr. John Snow el que se situó virtualmente a cientos de metros de altura sobre Londres y lo que dibujó fue el mapa de como la enfermedad se había transmitido por el agua y no por el aire, como se creía hasta ese entonces.
La historia del sistema de alcantarilla de Londres, la historia evolutiva de bacterias, las raíces biológicas y culturales de la teoría del miasma y las técnicas extrañas de gestión de desechos de la sociedad de victoriana brotan inteligibles de la epidemia misma, pero se trata también de adoptar perspectivas y de entender que el planeta mismo es ahora un laboratorio.
Las pruebas que el doctor Snow encontró (un mapa de muertes) fue cartografiado al modo de un mapa de fantasmas de la ciudad, lo que me disparó la pregunta de que sucedería si subiéramos aún mas en el globo aerostático del Dr. Snow para ver no barrios de una ciudad sino megaciudades conectadas a la velocidad de la luz, como de hecho se puede ver desde los aviones.
Entonces google me llevó a Forbes y a Moenjodaro, una ciudad en lo que es ahora es Paquistán, centro urbano de una civilización próspera, una Nueva York o Londres que en el año 1700 sus vecinos abandonaron repentinamente.
La ciudad quedó perdida en las arenas del tiempo hasta que los arqueólogos comenzaron a excavarlos en los años 20 para que hoy los turistas pueden recorrer centenares de hectáreas de calles y hogares abandonados.
La alguna vez pujante Moenjodaro había caído hace 300 años en una declinación final, cuando un ejército invasor le dió el golpe final: era solo cuestión de tiempo, como se puede ver en las ruinas. Los mayas, los habitantes de la Isla de Pascua, los recolectores de la pampa y tantos otros también siguieron esos pasos.
Lo interesante es que la mayor parte de las grandes ciudades de hoy parecen robustas y de hecho, la posibilidad que podamos seguir los pasos de Moenjodaro nos suena delirante, cuando en realidad las probabilidades no están a nuestro favor.
Si volvemos al globo de Snow, lo que se ve desde tan arriba ahora es una red de ciudades, muchas de las cuales se están marchitando a pasos agigantados, mientras algunas pocas están absorbiendo como un agujero negro todo bicho humano que camina por ahí.
No todos se hacen los distraídos. El gobierno alemán patrocinó estudios para investigar porqué las ciudades se encogen: y las elegidas con Ivanovo de Rusia, Leipzig en Alemania, Manchester y Liverpool en Gran Bretaña y Detroit en los E.E.U.U.
Entre las catástrofes "naturales" como las inundaciones o el SARS y las "culturales" como el derrumbe económico de Occidente, un extenso campo de objetos de laboratorio, híbridos y transparentes a nuestra mirada, esperan para entrar en acción: lenguajes diversos, máquinas emocionales, redes meméticas, diseño del cambio y smart mobs entre otros tejen la solución al problema de la desaparición de las ciudades, urdiendo cambio masivos.
Como los fantasmas de Snow, pero esta vez tecnológicos, estos seres latourinos del "tercer reino" de los cuasi objetos y los cuasi sujetos esperan para adquirir su carta cifrada de ciudadanía, mientras por izquierdas y derechas los ciegos se ofrecen para guiar a las multitudes.