La mujer moderna

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El Renacimiento italiano, que posiblemente haya sido en realidad el "postrenacimiento" de todo lo que se venía cocinando 200 años antes, tuvo en el matemático y arquitecto Brunellesqui uno de sus héroes, sobretodo cuando logró colocar una cúpula en la catedral florentina de Santa María de las Flores, allí donde nadie hasta esa época se había animado.

Pero es en realidad otra idea lo que me ha movido a este pequeño posteo. Filippo Brunelleschi establece el modelo renacentista de palacio, y todo pasa a ser un palacio de ahí en más. Siglos después Jeremías Betham y sus lectores fanáticos (como Bernardino Rivadavia) harían de la cárcel (panóptico) el modelo del mundo, pero Brunelleschi sobresale tanto respecto a los de sus días que el palacio es la matriz, la forma, el molde cultural que define un antes y un después.

Pero no el palacio, a decir verdad, sino el "hacer un palacio": Bruneleschi planeó toda su actividad meticulosamente antes de iniciarla, de modo que fue escrupulosamente eliminando todo lo que pudiera "ir surguiendo". Nadie lo había hecho antes y todos lo harían después.

En este post-Renacimiento (que termina de dar sus último pataleos en esta primera década del 2000) empiezan a aparecer planetas que tienen sus propias lunas, perspectivas, objetos autónomos, ciudades, bancos y la mujer.

Pero no cualquier mujer. No es ya esa mujer-prolongación, esa extensión inextingible del cuerpo masculino medieval: es una mujer que, con algún gradiente de impredictibilidad, coqueteará en las pinturas y esculturas que encargan los príncipes para sus palacetes.

Inauguraba así un horror a lo que pudiera aparecer, un malentendido que desde entonces hasta fines de siglo XX siguió marcando el paso, como el falso tambor de Tacuarí.

La caída de este mito es una de las claves para pescar como se vienen las cosas en este siglo XXI.

Como las matemáticas, que avanzan de a grandes y simples problemas, pasando por períodos de problemas complejos y pequeños; las ciencias sociales están rompiendo hoy algunas grandes piedras que dificultaban el paso, para encontrarse con muchas y nuevas preguntas, cosa que estamos rastreando por unos cuantos lados, pero especialmente por medio del concepto de redología.

Adiós, Brunelleschi, hemos vuelto a lo que puede aparecer, inesperadamente.

Gracias por los servicios prestados!

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