Gracias al descubrimiento de las neuronas espejo, ahora sabemos a neurociencia cierta que nuestros cuerpos conversan entre sí, independientemente de los sonidos que emitamos con nuestras laringes.
Pero gracias a las ciencias sociales y libros como "Una historia del cuerpo en la Edad Media" de Jaques Le Goff y Nicolás Truong sabemos también que ese alfabeto que usan nuestros cuerpos, hecho de gestos, posturas y modos de moverse ha sido intensamente regimentado, podado, aplastado y freído vuelta y vuelta por las distintas culturas que fueron atravesándolo.
Lo que me vengo a enterar en este texto es que no fue la Antigüedad o el Renacimiento la gran moladora del cuerpo sígnico, sino la Edad Media, a decir verdad mi Edad preferida.
El primer capítulo recorre el cuerpo desde la relación cuaresma/carnaval. La risa, el sueño, el trabajo o lo femenino del cuerpo va siendo denigrado y enaltecido, según los autores, las épocas, los lugares.
Va bueno...
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