1 de enero de 2007

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2007 Comienza el año y la verdad es que, como leí hace un tiempo en un artículo de Salinas en El Porteño, no tiene mucha importancia.

Pero es claro que, si el salto en el calendario no significa nada, cuando uno está dispuesto a darle esa relevancia la tendrá. O no?

En fin, sea como fuere, vivimos con y de lo que nos creemos y el 2007 lo hice arrancar con una lavada de cara al blog (y a los otros sitios que mantengo como puedo), una renovación de la agenda con los que deberían ser los apuntalamientos de estos meses que vienen, una confirmación en la convicción de que no me voy a dedicar a ver cuan marxista era Carlos Marx y una surfeada por libros por leer o ya leídos; todo sumergido en unos "Buenos Aires" a 40 grados centígrados o más...

Una de las ideas que encontré por ahí es la de la blue ocean strategy o dicho de otro modo: la competencia es irrelevante.

El concepto de W. Chan Kim y Renee Mauborgne me gusta epistemológicamente: si no le doy importancia a algo pues no es importante para mí. Como puede suceder con los cambios de año.
Mesetas
En esta linea los tipos recomiendan que, en vez de tratar de copiar, estorbar, superar, benchmarketear o guerrear a la competencia, para conseguir solo una porción más del mercado conocido (océano rojo), es preferible crear un océano azul, un idílico mercado sin competencia y/o con posibilidad de crecer. En los océanos rojos, dicen, la competencia pone las reglas, en cambio en los "océanos azules" el juego es innovar.

El libro que con este nombre publicaron no es moco de pavo: es resultado de una investigación de 10 años en la que se analizaron 150 creaciones de nuevos mercados en 30 industrias.

A mi se me ocurre otro ejemplo para agregar, en parte conectado con este furor por retratarse en los blogs, que parece tendrá su pico este año: Rembrandt Harmenszoon van Rijn.

Rembrandt estaba con los bolsillos tan vacíos que pintaba paisajes o se retrataba a si mismo, dado lo oneroso que resultaba pagarle a un modelo en la Amsterdam de aquellos años. Sin embargo creó toda una liturgia del autorretrato, toda una matriz para pensarse a sí mismo y en sus pinturas millones de personas se terminaron preguntando quienes cornos eran, mientras permanecían inmóviles frente al pintor de marras.

Así voy empezando este 2007, al que hoy designo como importante.

Un poco obligado como Rembrandt, un poco eligiendo y un poco buscando el océano azul: muchas mesetas por donde ir saltando, como en la rayuela, en búsqueda del paraíso perdido.

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