Hoy andaba por el obelisco de Buenos Aires cuando me suena el celular.
Resulta que me avisan que han llamado de varias radios, preguntando por mi.
"Y ahora que hice...?" pensé, pero por las dudas compré el gran diario argentino a ver si decía algo, después de todo estaba cerca de la leonera de Tribunales...
Y ahí vengo a enterarme de que un reportaje truncado, porque mi decisión había sido no darlo, se convirtió en una supuesta entrevista en la que aparezco siendo lo que no soy, diciendo lo que no digo y donde otro tipo de inexactitudes y azares merecen una respuesta como la que sigue.
En Primer lugar: no soy licenciado en comunicaciones, mi título es el de Licenciado en Ciencias de la Comunicación. Al menos así me bautizó Alicia Entel en la Facultad de Ciencias Sociales, donde soy docente.
Segundo: La primera internación por uso compulsivo de Internet la hice en 1997, desde la mismísima guardia del Sanatorio Mendez de la avenida Avellaneda. Hice varias luego, por lo que es inexacto que se haya hecho sólo una hasta la actualidad.
Tercero: yo no dije que "la idea del uso inadecuado de Internet se volvió inadecuada", sino que "el término adicto a Internet se volvió inadecuado". Para mas aclaración diría que, hoy en día, hasta la psiquiatría es inadecuada, pero que el término trastorno del control de los impulsos es lo mejorcito para referirse a este problema, en el caso de que sea un problema, porque generalmente es el encubrimiento de otro problema mucho mas grave.
Polémica por supuesto reportaje de Clarin
Cuarto: le propuse a la periodista de Clarín que nos tomáramos en serio Internet, o la forma de vida digital o como se la quiera llamar, pero no resultó un tema lo suficientemente tenebroso.
Quinto: me voy de tema y no tanto. Quiero dejar anotadas algunas cosas que me llamaron la atención esta mañana en la televisión, después de todo uno de los tíos de Internet.
Porque cuando la televisión está muerta, cuando nada importante sucede ya en esa pantalla de contenido cero, cuando nadie conseguiría una beca para investigar la televisión es cuando ejerce su mas dura tiranía.
La noticia de la mañana, decía, era horrorosamente la misma de hace días: el clima, el choque, el tráfico y la queja de un barrio. Otras veces creí que era casualidad, hipercriticismo de mi parte o el bajo presupuesto, pero hoy descubrí que no.
Porque presté atención, no esquivé el bulto y entonces comprendí: un formidable dispositivo de poder se destila cada mañana sobre mi cama. Se vuelca por ausencia, o mejor dicho vuelca sus ausencias.
A quien le reclaman los vecinos de ese barrio sin nombre? De quien es la culpa de ese choque sin nombres?
No hay nadie ahí, pero podría haberlo. Será el próximo gobernador? Será algún presidente, algún intendente?
Como el clima o el embotellamiento, el reclamado se ausenta cada mañana de mi casa, se ausenta para poder aparecer: no está para llegar a estar algún día.
No voy en ese choque de cada mañana, pero podría llegar a estar ahí. Podría ser alcanzado por la mala suerte que ronda las calles, podría ser asaltado, lastimado, embotellado o engranizado.
Una ronda espantosa de ausentes gira en mi pieza, como fantasmas medievales, cada mañana.
Mejor no ver esa televisión. La de la mañana al menos. Señora.
Si, la verdad, no se puede ver la televisión a la mañana.
Volviendo al asunto, como podemos hacer para que de acá a algunos años estar en Internet valga la pena?
Por suerte aparecen cosas como Quintura o Zopa para alegrarme la vida!