Los tiempos cambian. Los cuerpos también. Uno de los enigmas médicos se ha resulto recientemente, cuando se determinó porqué tantas veces los medicamentos inyectables no producían efecto.
Resultó que nuestras agujas y jeringas tienen que lidiar con mas grasa que hace 50 años, por lo que muchas veces los medicamentos quedan flotando en la grasa de las nalgas, sin ingresar al torrente circulatorio.
Además de más grasa tenemos ahora otra desgracia de la época: más industria farmacéutica y más necesidades de vender y comprar medicamentos, sobre todo en los países infopobres, que consumen casi 10 veces más medicinas que los inforicos.
La producción de enfermedad virtual, como atractor de servicios, (mediante dispositivos extensos e infiltrados consultorio por consultorio) ha infectado toda la medicina.
Con el auspicio de las mejores corporaciones se destilan, a partir de personas sanas, "sujetos" sujetados a los fármacos, es decir pacientes.
Y sabemos que lo virtual es una de las formas de lo posible, de lo real y de lo creable.
No se ahorran nada estos señores en congresos gratuitos, minifaldas, papers dibujados, cenas, carpetas, dvds, viajes, agasajos de todo tipo cuando de vender enfermedades se trata.
Hace años que no recibo visitadores médicos en mi consultorio y a mucha honra. Estoy en rehabilitacion, digamos.
Es que la diabetes, que debería tratarse con ejercicio y dieta, se convierte en glibenclamida 5 mg, la falta de deseo en viagra 50 mg, los chicos difíciles en metilfenidato 10 mg, los geriátricos en risperidona 0,5 mg y el sedentarismo en estatinas de todo tipo y dosis.
La enfermedad está poniéndose de moda y basta ver lo que antes llamábamos "noticieros del mediodía", ahora enrulados hasta el infinito en la misma tontería una y otra vez.
Hoy, la anorexia es tan común que hasta las chicas que andan con una botellita en la mano deberían ser puestas bajo el control de las cámaras de la policía o de los "grandes" medios.
En fin, si fuera a Pechakucha hablaría de algo así.
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