Sexo, salud y lobbies

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Se aprobó la Ley de Educación Sexual en la Argentina. Tapa de Clarín, motivo de todo tipo de ejercicios ilegales de la religión, un tema que no le importa a nadie: en un pais donde casi el 20 % de los nacimientos vinculan de por vida a un bebé con una adolescente Samba.jpg esta ley establece la obligatoriedad en todas las escuelas del país de impartir un programa de educación sexual integral desde el nivel inicial.

Pero a los jovenes no le interesan estas cosas. Quieren tatuajes, quieren fotologs, quieren flashmobs y esos piercing tan sexis...

Yo creo, como ellos, que se trata de una cuestión de piel. La piel es una zona delicada, como todas las que separan y conectan un adentro y un afuera: las murallas, los peajes, las fronteras, las claves de acceso, las puertas de las habitaciones, los surcos, las vaginas.

Lo que está adentro es invisible y por lo tanto imaginable. Es cosa de asimetrias: derecha e izquierda, barrio norte y zona sur, Ramallo pueblo y Ramallo villa.

Adentro de la casita de los jubilados algo debe haber guardado, pienso. Adentro de la panza de esos edificion del centro, adentro de las farmacias, adentro de los gobiernos. Si la imaginación está adentro se trata de controlar el paso. Volar los puentes.

Sobre la imaginación y los sueños se construyen todas las estrategias, se tiran todas las redes.

Tres actitudes convergentes, según Ivan Illich, se liberan alrededor de las represiones relativas a la educacion sexual: Verguenza, Turbación y Miedo, una especie de tenaza detestable de tres brazos.

Maldita sea: las marcas (las nuevas religiones) nos machacan con el "no te averguences, no te turbes, no tengas miedo". El Estado, como puede, se introduce en el juego. En la disputa por los peajes, por los interiores. Pero podría ser cualquier elemento, le ha tocado a la piel. Es una cuestión de educación de la piel, ahora, para el gobierno, para el Senado. Podría ser la superficie de Marte, podría ser el asfalto de las calles, una campaña para proteger la pureza del barro. susannah.jpg Como la Susana de Rembrandt, las buenas costumbres se sonrojan, pero a nadie le importa.

En una época la Iglesia jugó el juego del arriba y el abajo, del cielo y el infierno, de los pobres y los ricos, de los justos y los pecadores; pero ahora sus fichas se han desplazado al juego de las superficies. La teoría del juego va inundandolo todo.

Ahora el ganador es el más probable. El ganador controla la puerta del adentro y el afuera, al menos un rato. El ganador puede mostrar sus tatuajes y cuestionar las asimetrias.

Digo yo: no sería mejor que la Iglesia haga una campaña contra esos edificios de departamentos que están sembrando por toda la ciudad de Buenos Aires? No habría que excomulgar a todos esos que están tratando de acercarse a dios por medio de un miserable ascensor, despues de todo un mero "atajo" al cielo?

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