Hace unos años Anibal Ibarra, por entonces jefe de gobierno de la ciudad de Buenos Aires, estacionó su auto frente a la salida de mi garage. No pude salir con mi auto, así que salí con mi cámara e hice algunas fotos que postié en un primitivo blog que tenía por ahí.
Al poco tiempo empezaron a a llegar insultos de todo tipo, acusándome de macrista, unitario, prochino y no me acuerdo cuantas cosas más sin ninguna importancia.
Ahora la gente de comunicación del intendente TeleRman cambió la imagen de la gráfica de la ciudad. Después de todo, ¿Que podia suceder con una imagen con una base naranja (fuego) debajo de una capa negra como el humo?
¿Qué podía suceder con un inquilino como Chabán, tan parecido a Alfredo Yabrán?
¿Qué podía suceder en un lugar tan primitivo como Cromañon?
¿Qué podía suceder con Anibal, todos sabemos que al final de la historia de Cartago cae derrotado por la traición de sus propios políticos?
¿Qué podía suceder con la gente de la calle?
Una ciudad de villas miseria
En fin, ahora las cosas han cambiado, tenemos una ciudad con actitud, en la que la lucha de clases se desplaza a los barrios de clase media. Cuantos más oficinistas, pequeños profesionales, comerciantes, taxistas y mecánicos huyen de las periferias a los barrios protegidos, más desean, más anhelan los que se quedaron en la vieja ciudad huir tras ellos. Un proceso así es irreversible. Es un efecto Mateo de los lugares.
Como dice Olivier Mongin las conversiones en los bordes del espacio urbano, los fenómenos de fragmentación, multipolarización social y desolidarización expresan la voluntad de las distintas capas de la población de "disociarse" de los otros.
El auge de barrios y torres cerradas son estrategias de demarcación en la guerra de trincheras entre sectores sociales. La lucha de la clase media se da en las calles, con actitud gráfica.
Atrapada en las redes de la inseguridad y el Impuesto al Valor Agregado, acorralada contra los bordes de los countries a los que no puede ingresar, deambula por la post-ciudad con su celular a cuestas: Buenos Aires no puede ya integrar ni contener tantos flujos de cuerpos y tecnologías.
La clase media entonces se desplaza con el pánico a cuestas, como un blanco movil esperando el impacto final.
Por suerte, los fines de semana aún asiste a los iluminados museos con sus mejores zapatos.
Sin duda, ahora tenemos una actitud Bs As.
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