En la búsqueda de la felicidad pareciera que todo vale. Inclusive lo inmediato, o lo irracional, o lo "no deseado". Despues de todo estamos en el culo del mundo, en un siglo que rápidamente pasará al olvido. No?
clases universitarias en las calles de Buenos Aires
Estos días me entrevistaron nuevamente para el diario La Razón por un tema que es una tangente en mi vida: me preguntan si buscando la felicidad podemos volvernos adictos. Je.
Adictos a las máquinas, a las imágenes, a los fluidos, a los cálculos...
_Cómo vamos volvernos adictos a nosotros mismos?
_Tu abuelo! me dirá alguna....
_Pero si somos máquinas fluidas, somos imágenes calculadas... (contestaría yo en tono goyenechiano...)
Sin embargo, a pesar de que vuelvo a decirlo, los periodistas se fatigan haciéndome decir lo que no dije (muy cada tanto claro).
Quizas sea una cuestion de marketing. Queda mejor hablar de adicción a internet que de un uso inadecuado de algo. Si quizas.
Que tal si hablaramos en serio?
La Universidad de Buenos Aires, a la que concurro con una u otra excusa desde hace 24 años ininterrumpidamente está plagada últimamente de buenas intenciones; queremos conseguir la felicidad en la universidad, parece.
promesas para tontos de clase media
Parece tambien que el asunto es mas que complicado y ojalá lo pueda ver complejo, como venimos discutiendo con el grupo de estudio sobre diseño de complejidad.
En esa dirección estoy leyando el libro que nos regalo Alejandro Piscitelli: "Seis grados de separación, La Ciencia de las redes en la era de acceso" de Duncan Watts.
Es, la verdad, un libro adictivo. Al menos para mi.
Supongo que luego podré hacer un posteo mas decente, pero me encuentro con esta reflexión que me parecía bueno volcar acá. Se trata del asunto de la tragedia de las tierras comuncales (tragedy of the commons) que discutimos el otro dia en la facultad, en relación con los códigos (informáticos, arquitectónicos, culturales, etc) y el Poder. En buen criollo, hagamos lo que hagamos nos vamos al tacho, socialmente hablando...
Pienso en las imagenes de la Universidad de Buenos Aires. Pienso en la mano invisible, en la mano debil de Walter, en como viene la mano...
