Como me ha sucedido otra veces, apenas llegué a la ciudad de Dolores desde Buenos Aires descubrí que en mi bolso no había ni una sola camisa, remera o cosa parecida.
La camisa que llevaba puesta ya mostraba las señales del viaje (unos 210 km. despues de todo) y requería una entrada a boxes urgente.
Como tambien suelo hacer, el asunto me sirvió como excusa para recorrer una ciudad que no veia hace 30 años y, aunque mis ojos de niño de clase media de los setenta no son los mismos que llevo puestos ahora, no me pareció que las cosas cambiaran mucho desde entonces.
Pero enhorabuena! Cerca de la plaza central, ya urgido por encontrar alguna remera, entré en un negocio con un enorme vestíbulo previo a la entrada, donde en unas oscuras vidrieras se podían ver las ofertas que me esperaban.
Despues de varios pasos llegué a la entrada, la crucé y varios metros mas allá me recibió una persona muy gentil.
Casa Gomez de Gomez y Cia se trata de un gran salón lleno de vendedores y ningun cliente, no tiene bafles con la musica de la FM local, ni imitaciones de naves espaciales, ni luces excesivas: los colores que predominan son el marrón de los muebles, el marrón de los empleados y el marrón de las ofertas.
Hay muchas camisas naranjas y verdes en los estantes marrones y las chicas que atienden son muy cordiales, envueltas en guardapolvos rosas.
Aquel vendendor tan gentil que me atendió, que en algo me hizo recordar a mi padre, trataba de buscar en una de las pilas de camisas: están hace mucho tiempo acá, me dijo, ya no me acuerdo donde..., déjeme ver...
Mientras revisaba con tanto esmero yo tantié en una pila de remeras negras de manga larga y elegi una, que me lleve puesta, por supuesto.
Y me fui de Casa Gomez de Dolores, por ese senderito que yo me se, con mi bolsita verde de Casa Gomez.
