Se viene la cumbre de las américas y su resistencia. Mientras en las radios se escucha que el verdadero viaje de Bush es a Brasil para acordar la administración de estas colonias sudamericanas, en Buenos Aires las paredes van quedando empapeladas con la superstar de la política mundial.
No importa si es dios o el diablo, el asunto es que hablamos de el. Hablamos en medio de la peste. La peste, tal como lo planteo Artaud en la década del 30, es el estado basal de la sociedad y todo lo que vemos cotidianamente son intentos siempre insuficientes de poner la basura debajo de la alfombra.
Hablamos porque lo consideramos importantes en nuestras vidas, porque representa a un grupo de personas que mas allá de uniformes y oficinas podría venir a hacernos boleta a todos nosotros, como sucedió en Panamá, Irak, Vietnam, Afganistán etc, etc.
Pero quiero dejar planteado el aguijón molesto que me aparece siempre cuando suceden estas cosas: si en Argentina nos dimos 30.000 desaparecidos no fue solamente porque USA lo ordenó, fue también porque alguien estuvo dispuesto a hacerlo.
El odio al semejante, la barbarie de miles de microbushs también esta de nuestro lado, radicularmente se extiende por debajo de toda la ciudad y brota donde puede: ayer una embarazada lloraba desconsoladamente en la puerta de la farmacia, porque en los dos minutos en los que habia bajado a comprar pañales le habian robado el auto.
Yo creo que si sacamos a Bush de la escena se armaría la de san quintín y nos matariamos unos a otros, tal como estamos viviendo.
Mientras siga la peste debajo de nuestros pies y arriba de nuestras cabezas, mientras nos tratemos asi tendremos el Bush que nos merecemos.