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16 de Marzo 2008
Futbol de luto
Esta imagen que se ve a la izquierda la saqué ayer desde adentro de uno de los micros en los que volvíamos los hinchas de Velez Sarsfield.
Está movida, es cierto, pero se disculpará porque fue sacada desde un celular, con todos nosotros tirados en el piso, esperando que la violencia cediera lo antes posible.
El promedio de edad de los adolescentes que se deberían ver en la foto es de 17 años y si el campo de la foto fuera un poco mas amplio se vería a varios padres y madres que los han acompañado.
Cómo la situación había llegado a este punto, donde uno de los chicos moría fusilado, otros salían heridos y a ambos lados del camino al que nos había arreado la PFA se desplegaban escaramuzas de las guerras montoneras?
El contexto
Es verdad que existe un folclore futbolero y que Velez Sarsfield, después de un siglo de existencia, es uno de los principales actores del drama de este sábado.
Es verdad que existe una sociedad simulada en los medios de comunicación, basada en la circulación libre del miedo y el "como si"; de un mundo donde somos turistas y a la vez extras de la escena ofrecida a otros turistas.
Es verdad que nos movemos hacia una forma de vida donde lo lúdico, lo ocioso, lo inmanente y lo fútil es cada vez una parte mas significativa de una cultura ligth.
Es verdad, si, pero hay algo en la naturalieza de fútbol que resiste, por más que se inviertan millones, por más que las noches y las tardes y las mañanas de la TV y la radio quieran atenazar al fútbol.
Por más que los filósofos decidan que todo se reduce a la violencia de las barras bravas o que la culpa es de los videojuegos el fútbol se mantiene en pie.
La caravana, los cantos, las vinchas, los petardos, las banderas cuidadosamente dibujadas, los simpatizantes mas fervorosos sacando los torsos por las ventanas, los golpes en el tambor del techo del colectivo: todo escapa a los dispositivos de vigilancia, a las coherciones mercantiles, a cualquiera de los encauses que se le administran desde afuera, desde los negocios.
Cada domingo, un pequeño mayo francés.
El fútbol tiene algo inmanipulable, que escapa a la mismísima violencia simbólica de los viejos medios y a la mismísima violencia real de las barras bravas.
Ellos no podrían hacer nada sin todos nosotros.
Me acusan de defender el fútbol...
Puede ser que uno mejore inconscientemente lo que ama y deforme lo que odia, puede ser que le vea mas frutos al fútbol de los que puede dar, no voy a negarlo, pero nadie que no vaya los domingos a la cancha puede pontificarme desde los libros de sociología, porque algo sucede EN el fútbol.
Hay acá una primera tensión, entre la experiencia vital de los domingos y el sueño del resto de la semana, entre el carnaval y la racionalidad de un capitalismo que se especializa en la distribución de psicofármacos.
El fútbol aguanta vaya a saber porqué, aunque como me decía ayer Eduardo arriba de aquel colectivo: lástima que todo quede reducido a la pelota.
Como mucho se lo puede encauzar hacia el domingo, hacia la estética del gesto en cámara lenta, hacia lo infantil, pero el juego continua, cada semana, siendo la pasión del fútbol.
Por algo se paró el partido, porque operó alguna forma de inteligencia colectiva futbolera, algún trabajo colaborativo de filtrado de ideas que condujo a la conclusión de que así el partido con San Lorenzo no se podía jugar.
La segunda tensión es la que divide a los que se aprovechan de los que disfrutan y recrean la fiesta, a los que van a tomarse una tajada y los que van a compartir lo que tienen.
Emanuel Alvarez es un víctima que le viene bien a muchos, a todos esos que le están sacando provecho lamentablemente a su muerte.
Así lo entendí yo: el árbitro Baldasi ya hacía política contra Castrilli mientras el cuerpo del hincha entraba en la guardia del Hospital Piñeyro, alguno de la hinchada se anotaba puntos en la puja por el mando de la barra brava, algunas "mulas" o infantería hacían sus mejores demostraciones para la TV rompiendo el alambrado y tirando piedras.
No faltó la periodista que reclamaba sus "derechos como televidente" (sic), de saber lo que sucedía o mejor dicho de subir su rating, como algunos dirigentes y desconocidos que se acercaban al barrio de Flores a ver si salían en el noticiero de la noche.
Ahora los políticos de segunda linea tratan de reclutar llamados a sus celulares, los periodistas radiales intentan dejar un huella en la historia de la demagogia pero eso irreducible del fútbol persiste.
Vi más: la policía haciendo gestos obscenos a los que habían ido a pasar una tarde de sol y fútbol, no a los que los amenazaban a un mano a mano.
Escuché a los que hacían estadísticas y decían "uy esta vez safé"
A los que dispararon no los ví, pero escuché a los que se hacían los distraídos en una sociedad donde el que no violenta es un imbécil.
Suspendido el partido o es que quedó todo a la vista?
Por un momento ayer el simulacro se detuvo. Todos quedaron sujetos a sus propias fantasías y temores, dueños de lo que tenían a mano, ya fuera una piedra, una palabra o una bala.
Todo se juntaba, ayer, para una víctima propiciatoria, para que la pagara el más debil, para que por un segundo las tensiones en danza se apaciguaran.
Y lo conseguimos. Por eso volvíamos así en los micros. Por eso el país que vivimos. Por eso saqué esa foto movida, desde el piso del micro.
Así fue mi sábado a la tarde, cuando volví quise escribir pero no pude.
Quizás sea todo demasiado reciente, quizás no se entienda lo que estoy pensando ni lo que estoy escribiendo, pero no pensar el asunto para buscarle la vuelta es disparar de nuevo.
Jaky dice que tuve pesadillas, que lloraba mientras dormía.
No recuerdo que soñaba, no me vienen las imágenes a la cabeza, pero estas eran las fotos que había captado hasta que me confirmaron la muerte de Emanuel Alvarez.
Solo me queda decirle a la familia: ojalá esta muerte no sea en vano.
Publicado por lukasnet a las 16 de Marzo 2008 a las 08:53 PM