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1 de Octubre 2006
Manuel Dorrego I
Desde que cayó en mis manos una de esas biografías para leer en el subte el personaje me resultó simpático, intrigante y empecé a atar cabos. Un bicho extraño por cierto, que hace dudar sobre la justicia de poner solamente el poster del Che Guevara en la pared.
Conectando lecturas y buscando en dos siglos de opiniones llegué hasta la afirmación de que su fusilamiento resultaba ser el nudo gordiano de la argentinidad, una frase dicha (segun mi lectura claro) nada menos que por Domingo Faustino Sarmiento.
¿Pero quién cornos era este personaje al que tuvieron que ponerle la estatua de su asesino en donde era su mismísima propiedad?
¿Qué fuerzas se liberaron cuando, al ser enviado al patíbulo, se dencadenó un guerra civil que aún no termina de cerrar del todo, 180 años despues?
Convocante de tipos como San Martín y Bolivar, ángel de la guarda de Belgrano, fumigador de las peores pestes ideológicas (Rivadavia, García, Alvear, etc), iniciador de la revoluta en Chile, organzador del federalismo en Buenos Aires, emprendedor minero, destacado alumno, viajero observador de unos Estados Unidos de Norteamérica aun adolescentes...
Alguien que estuvo a punto de desencadenar la revolución democrática en Brasil, alguien enviado engrillado a morir en alguna isla del caribe que safa incríblemente, periodista, un tipo que salió casi muerto de varias batallas con los realistas....
Olvidado, tapado, empobrecido (Angela Baudrix, su viuda, pasó años de costurera), desterrado varias veces, indisciplinado.
Las casualidades a veces parecen destino. Hace poco tuve que ir a una mediación judicial: mi demandado estaba mas que acorralado por los hecho reales que por mis papeles, como generalmente sucede con el que pone su trabajo.
Mis papeles eran algo insuficientes y hasta tuve que bloquear algunas cosas de este blog, por sugerencia de Mariano Reguera, mi abogado.
Ahí estaba yo, en esa sala abogadil, definitivamente donde no quería estar. Pensaba en nada, en la futilidad de todo y hasta me estaba haciendo a la idea de conformarme con una migajas... cuando en una de esas miré por la ventana del estudio e increíblemente ahi estaba la cabeza de Dorrego.
(Por Dios tiene una estatua ridícula entre unos edificio gigantes!)
Yo terminaba de leer la quinta biografía que había conseguido por ahí (el librero me dijo: estos tipos están de moda ahora, ya vas a ver...) y la estaba llevando aún en mi bolso.
Acababa de leer una carta, en ese libro, que dice:
"Señor don Miguel S. Azcuénaga:
Mi amigo, y por usted a todos: Dentro de una hora me intiman debo morir, ignoro por qué; la Providencia así lo ha querido. Adiós, mis buenos amigos, acuérdense ustedes de su
M. Dorrego"
Tenía esto en la cabeza....,recordé que Dorrego tenía 41 años tambien ese dia...en fin, decidí no aceptar a propuesta: me ofrecían un arreglo dándome un décimo de lo que me correspondía.
Y siguió el juicio... y lo gané y si hay descendiente de Manuel Drrego por ahí, vaya mi reconocimiento.
...acuérdense ustedes de M. Dorrego porque los libreros es raro que se equivoquen a largo plazo.
Publicado por lukasnet a las 1 de Octubre 2006 a las 08:31 PM